La elección del nuevo presidente de la República, que de acuerdo con todas las encuestas será el candidato uribista Iván Duque, le pondrá fin al nefasto gobierno de Juan Manuel Santos.
Han sido 8 años de desgobierno, de corrupción desmedida, de persecución a los opositores, de trampas y mentiras.
Mientras Uribe marcó con letras de diamante el libro de la historia de Colombia, Santos pasará al olvido en cuestión de semanas. Su gobierno, aún más corrupto e impopular que el de Ernesto Samper, será motivo de vergüenza nacional durante muchas décadas. Nada bueno le deja el régimen santista a los colombianos.
En las últimas horas, Santos tuvo la desfachatez de aseverar que en su gobierno no hay casos de corrupción. Una afirmación indignante, máxime cuando se recuerda que el mejor amigo, gerente y testaferro del presidente de la República, el comisionista y tramitador de sobornos Roberto Prieto Uribe está privado de la libertad en la cárcel Modelo de Bogotá, sindicado de la comisión de muchos delitos, todos estos relacionados con hechos de corrupción.
Los electores deben castigar a Santos en las urnas. Sancionarlo por haber abusado del presupuesto nacional en beneficio suyo y de sus aliados. Está el caso de las corruptas exministras Gina Parody y Cecilia Álvarez, que se favorecieron al regalarle $900 mil millones de pesos a la empresa Odebrecht para que construyera una carretera que desembocaba en un puerto de la familia Parody, en el municipio de Gamarra en el Cesar.
Las exministras, que según Santos son unas mujeres “impolutas”, salieron despavoridas de Colombia cuando se descubrió la trama corrupta en la que estaban involucradas. Aún siguen escondidas en un apartamento en Nueva York, pero más temprano que tarde tendrán que responderle a la justicia por sus actuaciones delictivos.
El SENA, fue una entidad que se convirtió en un fortín de corrupción controlado por el cuestionado Alfonso Prada, un politiquero gris que fue encumbrado por Santos, a pesar de que ese sujeto no ostenta mayores calidades intelectuales y morales.
A través de la denominada mermelada, la coalición santista se repartió abusivamente el erario de la nación. Los ñoños –hoy a buen recaudo de la justicia- recibieron buena parte de la tajada, en retribución por haber facilitado la reelección corrupta de Juan Manuel Santos en 2014.
Fueron muchos los delitos que se han cometido durante este gobierno. Desde el primer momento, la bandola santista llegó a hacer de las suyas. Llegará el momento de revisar las actuaciones de personas como el hoy embajador en Italia, Juan Mesa Zuleta, uno de los personajes más inescrupulosos, siniestros y corruptos del entorno presidencial.
No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. La pesadilla de Santos llega a su fin. La elección de Iván Duque este domingo será un bálsamo y un motivo para recuperar la esperanza en nuestro país.
Llegó la hora de decirle adiós al pesimismo para darle la bienvenida al futuro y a la legalidad. Santos le entregó la República a los peores terroristas de nuestra historia. Iván Duque se las arrebatará y gobernará para los ciudadanos de bien, no para los criminales.
Nadie ha planteado la posibilidad de hacer trizas los acuerdos con las Farc, pero sí debe existir la certeza de que, a través del congreso, se tramitarán algunos cambios y ajustes que hagan que dicho acuerdo –que fue improbado a través del plebiscito de 2016- tenga un mínimo nivel de legitimidad.
Estas son unas elecciones trascendentales. Además de derrotar al candidato chavista, Gustavo Petro, le corresponderá a los ciudadanos enviar un mensaje de castigo y sanción al gobierno corrupto de Juan Manuel Santos.
Publicado: junio 15 de 2018
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