La semana pasada, horas antes de las elecciones, la izquierda radical estaba perfectamente desesperada. Fiel al estilo que emplearon a lo largo de la campaña, se dieron a la tarea de mentir y acudir a maniobras poco ortodoxas para tratar de conseguir votos de último minuto.
Entre las muchas cosas buenas que dejó la campaña presidencial fue, precisamente, el hecho de que muchos izquierdistas agazapados salieran del anonimato y pusieran en evidencia sus verdaderos intereses.
Fue el caso del caricaturista Matador, un vocinglero que se inventó toda suerte de artimañas para llamar la atención. Primero, amenazó con que jamás volvería a interactuar en las redes sociales luego de que un desadaptado que hoy está en prisión emitiera mensajes amenazantes e intimidantes en su contra.
Matador se valió de ese episodio para criminalizar a todo el uribismo, una reacción infame que delata su talante ruin.
La “promesa” de apartarse de las redes sociales duró muy poco tiempo. Luego de la primera vuelta, cuando se confirmó una altísima votación a favor de Duque, el caricaturista, desesperado por ayudarle a su candidato, el chavista Gustavo Petro, reactivó su presencia en Twitter. A través de su cuenta, emprendió ataques irracionales y profundamente inmaduros contra propios y extraños.
Uno de los episodios más cuestionables tuvo que ver con el abogado Abelardo De La Espriella, columnista de este portal.
Como es sabido, De La Espriella es abogado penalista. El derecho es una profesión liberal, lo que significa que su ejercicio está revestido con toda la legitimidad, principio que evidentemente no conoce el caricaturista en cuestión que, ante el desespero de haber sido desenmascarado por De La Espriella como un socialista de clóset, resolvió descalificar al jurista por las causas que ha defendido en desarrollo de su labor profesional.
Para Petro, todos aquellos que no comulguen con sus peligrosas ideas extremistas, son unos “mafiosos”. Para Matador, el abogado que defienda a un procesado es cómplice de su cliente, una conclusión francamente inadmisible.
Hay un referente histórico que merece ser traído a colación. En el año 1770 en la ciudad de Boston tuvo lugar una disputa entre unos soldados británicos y unos artesanos locales. La pelea desembocó en que los uniformados abrieron fuego contra los civiles. El saldo fue de 5 personas muertas.
John Adams, quien sería el segundo presidente de los Estados Unidos, era un firme opositor de la presencia militar británica en su país, pero aquello no le impidió que, en su condición de abogado, representara a los soldados judicializados por la masacre.
La defensa de Adams fue memorable. De los 8 militares llevados a juicio, 6 fueron sobreseídos, mientras que dos terminaron sentenciados.
Las creencias políticas de Adams no le impidieron llevar una causa que él consideraba justa, así los procesados hicieran parte de las filas enemigas.
Entre los “argumentos” esgrimidos por Matador para descalificar a De La Espriella fue el de descalificarlo por haber sido abogado de la exgobernadora de La Guajira, Oneida Pinto. “…podemos ser mamertos vergonzantes y no vestir como Don Chinche, pero no defendimos a Oneida Pinto ni a tantos corruptos implicados en el robo de la alimentación de los niños muertos de desnutrición en La Guajira…”.
Bueno, muchos podremos ser mamertos vergonzantes y no vestir como Don Chinche, pero no defendimos a Oneida Pinto ni a tantos corruptos implicados en el robo de la alimentación de los niños muertos de desnutrición en la Guajira. Dinero del cual seguramente salieron tus honorarios. pic.twitter.com/BVVrEbgATu
— matador (@Matador000) June 15, 2018
Es natural que un personaje que cree en las ideas totalitarias como las de Petro, considere que los abogados son responsables de las conductas en las que posiblemente estén incursos sus clientes, norma que aplica perfectamente en los regímenes absolutistas.
En diálogo con LOS IRREVERENTES, Abelardo De La Espriella se refirió a este episodio, ratificando que “siempre he sido un abogado que ejerce de frente y sin miedo las causas en las que me involucro. Nunca he sido un penalista vergonzante, pero no deja de ser vergonzoso que un caricaturista que publica sus viñetas en un periódico de circulación nacional no tenga ni idea de lo que significa el ejercicio de una profesión liberal. Otro detalle: yo representé a la señora Oneida Pinto ante el Consejo Nacional Electoral, por un asunto relacionado con su elección como gobernadora y no con temas de la órbita penal”.
El episodio de Matador muestra el talante de los principales promotores de la candidatura de Gustavo Petro. Se trata de personas profundamente resentidas que tienen el ánimo absoluto de perseguir y descalificar a quienes no están en su misma orilla política. De haber ganado Petro las elecciones, a ese tipo de arbitrariedades se habrían tenido que someter los ciudadanos opositores al régimen chavista.
En el marco de la discusión entre Matador y De La Espriella surgió un elemento que debe ser esclarecido. Efectivamente, el abogado señaló que el caricaturista celebra contratos con autoridades departamentales para dictar unas charlas regionales. Preocupante el doble rol de caricaturista y contratista, pues aquello abre un debate similar al que se desató con Natalia Lizarazo, conocida comercialmente como “Natalia Springer” quien celebraba jugosos contratos con entidades estatales mientras se desempeñaba como comentarista radial. ¿Aquellos gobernantes que contraten charlas de Matador van a ser tratados benignamente en sus caricaturas?
Hay un antecedente. Vladimir Flores, alias Vladdo era un crítico feroz del prestigioso estratega político JJ Rendón. Vladdo le ofreció en venta a Rendón una caricatura. Curiosamente, después de dicha transacción, el cuyabro jamás volvió a referirse al experto venezolano en términos negativos.
Publicado: junio 19 de 2018
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