El club de los farsantes

El club de los farsantes

GUSTAVO PETRO: el otrora émulo del tirano Hugo Chávez posa hoy de estadista respetuoso del Estado de derecho y sus instituciones. Como por arte de birlibirloque, Petro, en los últimos 15 días, ha modificado sustancialmente algunas de sus propuestas más fundamentalistas y peligrosas para la estabilidad de la democracia. El radical de izquierda se muestra ahora como un moderado político del centro del espectro. Ya no piensa acometer reformas a través de una asamblea constituyente, y las amenazas sobre expropiaciones masivas son cosa del pasado. 

El “renovado” Petro, en un tono profesoral, habla del manejo adecuado de los recursos públicos, hace hincapié en la necesidad de impulsar la iniciativa privada, el emprendimiento y la formalización de empleos. “Petrochenko” ha prometido esta vida y la otra con tal de conseguir unos votos. De la demagogia populista en su máxima expresión, pasó a la actitud de posar de oveja mansa, cuando es sabido que se trata de un lobo hambriento de poder y venganza. Porque, si a los ilusos votantes de Petro se les ha olvidado que la “joya” que tienen por candidato tiene las manos sucias de sangre y dolor, a mí no. Como tampoco dejo de pensar en el apocalíptico y catastrófico paso de Petro por la alcaldía de Bogotá: en esa malhadada administración se asignaban contratos multimillonarios a dedo, y el desgreño campeaba orondo como verdolaga en huerto. Petro tiene de buen gerente lo que yo de religioso. 

Que no venga Petro a hablar de renovación y cambio, cuando es el candidato de Juan Manuel Santos y de las Farc, que no pretenda parecer un demócrata, pues sí que es una amenaza real para el orden constitucional: su pasado terrorista y vocación chavista así lo indican en grado de certeza.

CLAUDIA LÓPEZ: la grandilocuente excandidata a la vicepresidencia por el Partido Verde no desaprovecha ocasión para hacer gala de su gigantesca incoherencia: 4 años atrás se rasgaba la pañoleta horrorosa con la que se “adorna” el cuello, increpando a Santos por corrupto, pero pocos meses después ayudó a elegirlo en segunda vuelta; dijo que no sería la vicepresidente de nadie, pero terminó en las toldas de Fajardo; anunció, con bombos y platillos, la renuncia a su curul en el Senado en medio de la campaña presidencial, pero no lo hizo; hasta hace unas cuantas semana vociferaba que Petro era cómplice de la satrapía venezolana (incluso enumeró varias razones fundamentadas por las cuales Petro sería un presidente desastroso), pero hace 2 días le alzó la mano y lo ungió con su apoyo.

CARLOS FERNANDO GALÁN: autoproclamado el dueño de la moral, este insulso y mediocre personaje renunció la semana pasada a su curul en el Senado y al partido Cambio Radical, supuestamente porque no podía militar en una agrupación política que apoyara de cualquier forma a Iván Duque (¡qué paradoja!: Duque es un ciudadano modelo, y Galán, en cambio, un pelechador profesional del Estado, ¡sin mérito distinto a ser el hijo de un muerto ilustre!). La verdad es que Galancito, mostrando un oportunismo proverbial, deja la curul un año antes -como ordena la ley y la jurisprudencia- para no inhabilitarse en su aspiración a la alcaldía de Bogotá. Lo que el cretino de Carlos Fernando presenta como un acto de dignidad es, en realidad, pura politiquería barata de la peor. Eso sí, una semana antes de dejar su escaño parlamentario le organizó a su señora esposa camioneta blindada, escolta y conductor de la UNP, todo a cargo de nosotros los contribuyentes. Estoy auscultando el número de cuotas políticas del “impoluto” de Galancito en la alcaldía de Bogotá (me dicen mis fuentes que el tema literalmente apesta). 

ANTANAS MOCKUS: el creador del “no todo vale” y de la cultura de la legalidad es el mismo que en sus años mozos le ayudaba a la guerrilla a fabricar cédulas falsas y a implementar toda suerte de fechorías. Ese “prohombre”, al que nadie le entiende por su “profundidad conceptual”, salió a defender a voz herida el proceso de paz con las Farc, pero olvidó comentar el detallito de su vinculación contractual con el gobierno de Santos, precisamente para promover el engendro de La Habana. Un billete largo recibió el profesor Mockus por esa payasada. Recientemente, se inscribió como candidato y resultó elegido Senador, siendo contratista del Estado y a sabiendas de que estaba inhabilitado por ello. Sobre Petro expresó muchas preocupaciones, lo que no fue óbice para manifestarle su respaldo hace unos días.

Petro fue sancionado por la Procuraduría, y Santos lo habilitó para que le ayudara en la segunda vuelta contra Zuluaga, como en efecto ocurrió. Claudia López, Galán y Mockus, también secundaron a Santos en sus deseos de mantenerse en el poder. Es la misma rosca inconsecuente de hace 4 años, no hay diferencias. 

Votar por Petro es reelegir a Santos nuevamente.

@DELAESPRIELLAE

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Publicado: junio 10 de 2018

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