Estamos a escasas horas de escoger, no solamente a quien habrá de regir el destino de nuestra nación, sino también, el modelo de país que queremos.
Elecciones un tanto atípicas en cuanto nunca antes nos habíamos visto abocados a escoger si queremos continuar con nuestro sistema democrático, o si, por el contrario, optamos por tenebroso y fracasado modelo Socialista del Siglo XXI que tantos sufrimientos ha causado a nuestros hermanos latinoamericanos.
Opción esta última que nos llega en cabeza de Gustavo Petro, exguerrillero del M-19, y quien fuera, ni más ni menos, asesor y más ferviente admirador de Hugo Chávez y del mismo Maduro.
Un personaje oscuro, con un pasado tenebroso que ya demostró ser pésimo gobernante y un peligro para la democracia y para el futuro económico de la nación.
Un hombrecillo egocéntrico, mentiroso y mala persona. Un embaucador de mirada lánguida, modales suaves y voz impostada, detrás de las que se esconde el déspota, el populista del discurso que destila odio e incita a la lucha de las clases. El tirano que no respeta la norma, el voluntarioso que punta de plumazos consigue lo que quiere. El hombre de las mil caras y los mil discursos, el volantinero político capaz de adoptar cualquier postura de acuerdo con las necesidades del momento. Megalómano enfermo, que de unos días para acá, anda poseído por el espíritu del gran estadista Álvaro Gómez Hurtado.
Un camaleón político de cuyo discurso inicial no quedan más que unas ridículas “tablas de Moisés” que sus advenedizos aliados de última hora, a pesar de su ateísmo, le hicieron firmar, y que contienen una sarta de compromisos que seguramente no cumplirá porque van en absoluta contravía de sus verdaderos ideales comunistas, y de sus aspiraciones personales.
Ahora bien, aunque es muy grande y oneroso el riesgo de una mala escogencia, que lamentaríamos por el resto de nuestras vidas porque los comunistas una vez en el poder no hay quien los baje, yo conservo la esperanza de que los colombianos sabremos defender nuestra soberanía.
Contamos para ello, además, con un candidato de excelsas cualidades, que sin duda alguna, hará todo cuanto esté a su alcance, no solamente para defender y afianzar nuestra democracia, sino para tratar de recomponer el caos moral, institucional y económico en el que nos deja sumidos el funesto reinado del “monarca” criollo: Juanpa Primero de Anapoima.
Hablo de Iván Duque, ese joven, limpio, brillante, con vasta preparación académica, alegre y leal, que desde un comienzo con ese temperamento tranquilo y de apaciguador nato que posee, ha hecho un clamoroso llamado a la conciliación y ha invitado a la gente buena de Colombia, que por fortuna es la gran mayoría, a unirnos en el progreso, la honestidad y el orden.
Estoy con Duque y con esa generación de jóvenes para que construyan una clase política nueva e íntegra, capaz de acabar con la corrupción.
¡Duque un futuro para todos!
P.S. A aquellos que van a votar Petro, porque odian a Uribe, respetuosamente les invito a votar Duque, por amor a Colombia.
Publicado: junio 16 de 2018