Culminó el debate electoral para la Presidencia en Colombia con el mandato transparente y altamente mayoritario para Iván Duque Márquez y la derrota de Gustavo Petro.- Duque con la impronta del Partido Centro Democrático, el Partido Mira y un amplio sector del Conservatismo, ciudadanos independientes y liberales tomará posesión del cargo el 7 de agosto, al igual que Marta Lucía Ramírez, Vicepresidenta.
Un personaje oblicuo y desteñido, Sergio Fajardo, y el candidato funerario liberal De La Calle, quedaron desnudos ante el país. Ambos predicaron el voto en blanco y pensaron que la opinión pública seguiría su llamado. Los blancos en la primera vuelta, con un Comité Promotor, donde no estaban ninguno de los dos, obtuvieron 338.600 votos. En la segunda vuelta 808.000, es decir que Fajardo y De La Calle solo aumentaron votos blancos en 469.400. Así quedaron sus hipotéticos votos con que le cañaron a los sufragantes.
Dos documentos que harán historia son los dos discursos de Duque y Petro, expuestos el mismo día como culminación de la elección. Petro, con tono sereno y ceremonial, con la vanidad y egolatría que lo caracteriza, jacobino y autocrático, se declaró Jefe Supremo de la oposición. Como tal le exigió a Duque que rompiera con Uribe y Ordoñez, que cumpliera con todos los puntos del Acuerdo con las Farc y que no condujera el país a una nueva guerra. ¡Una arrogancia patológica! Exigirle a Duque que acoja los puntos programáticos de Petro o de lo contrario anuncia una guerra, es de una catadura oligofrénica y un irrespeto de mal perdedor.
El Presidente electo, por el contrario, pronunció un discurso optimista, conciliador, unitario y generoso. Llamó la paz por su nombre basada en la justicia, exaltó la gestión presidencial con la participación de las mujeres y de las nuevas generaciones, mostró humildad en la palabra y no triunfalismo en el proceder. Duque hizo hincapié en los valores de la nación colombiana, evidenció un conocimiento de la grave situación que implica el narcotráfico y la impunidad y convocó a la ciudadanía colombiana toda, sin distinción alguna, para crear una nación fortalecida en sus clases medias urbanas y rurales.
Dos talantes de personalidad, dos misiones de hombres sobre la tierra: Duque en democracia, Petro en lumpencracia, con un atormentado pensamiento fusilero.
Invocando el ideario del Presidente Lincoln, Duque quedaría en este marco: “No puedes ayudar a los pobres destruyendo a los ricos. No puedes fortalecer al débil debilitando al fuerte. No se puede lograr la prosperidad desalentando el ahorro. No se puede levantar al asalariado destruyendo a quien le contrata. No se puede promover la fraternidad del hombre incitando el odio de clases. No se puede formar el carácter y el valor mediante la eliminación de la iniciativa e independencia de las personas. No se puede ayudar a las personas de forma permanente haciendo por ellos lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos”.
Resalto una declaración de las Farc (partido) a propósito de estos acontecimientos: reconoce la elección de Duque y lo felicita. Pide, además, tener un diálogo con él y disponibilidad para discutir sobre los acuerdos. Si esto es sincero y animoso para entender racionalmente que existe otra mirada distinta a la santista, que se abra el postigo.
Jaime Jaramillo Panesso
Publicado: junio 20 de 2018