Sopla un nuevo viento en nuestro país. La victoria de Iván Duque significa un alivio a la crisis nacional desatada por el fallido gobierno de Juan Manuel Santos. Como bien dijo el presidente Duque en su discurso el día de las elecciones, en este proceso no hay ni vencedores ni vencidos.
La democracia no tiene como objeto el de aplastar al rival. Duque planteó un programa de gobierno que la mayoría respaldó, pero eso no significa, ni mucho menos, que el de él vaya a ser un gobierno para los 10.3 millones de colombianos que lo eligieron.
Iván Duque hará una presidencia para todos los colombianos.
Su llegada al poder, además de abrirle la puerta a una nueva tendencia política, también significará un necesario relevo generacional en la dirigencia de nuestro país.
Duque es el presidente de la República más joven de los años recientes. Es un hombre forjado en las mejores universidades y con trayectoria en entidades técnicas, lo que le ha permitido rodearse por personas de altísimas calidades personales, profesionales y morales.
Lo dijo en su campaña: el 50% del gabinete será integrado por mujeres. Así las cosas, a partir del 7 de agosto, por primera vez en la historia de nuestro país, habrá 8 ministras. Desde ya, se hacen cábalas frente a los nombres. Se da por descontado que Alicia Arango será encargada de altísimas responsabilidades en el gobierno, habida cuenta de su cercanía con el nuevo presidente de la República.
Pero lo relevante de los nombramientos que vaya a hacer el presidente de la República es que a los altos cargos llegarán personas para muchos insospechadas, con una visión distinta del ejercicio político y con un compromiso irrenunciable de sacar adelante la agenda del nuevo presidente.
Bajo el liderazgo de Duque, así mismo, se le dará un nuevo aire al Centro Democrático. El partido político del presidente Uribe tendrá todo en sus manos para promover nuevos liderazgos. En las elecciones del año entrante, cuando se elijan gobernadores, alcaldes, diputados, alcaldes y ediles, el CD tendrá la oportunidad de someter a consideración de los ciudadanos los nombres de personas jóvenes que mostraron gran talante durante esta campaña presidencial.
El presidente Uribe desde siempre ha visualizado a su colectividad como un semillero de nuevos liderazgos. La victoria de Iván Duque es la demostración de que el ejercicio emprendido por Uribe dio resultado.
Desde su curul en el senado de la República, Iván Duque destelló como un líder político con un gran futuro. Quienes vieron en él una opción presidencial, no se equivocaron.
Sería iluso pensar que los enemigos del uribismo van a acatar con calma y serenidad el veredicto democrático. Se trata de personas que hacen política motivados por el odio y la sed de venganza. No le perdonan a Uribe su éxito y endosan su resentimiento a todos aquellos que hacen política a su lado. Duque, además de heredar la gran masa electoral uribista que confió en él, también tendrá que aprender a lidiar con esos enemigos enconados del Centro Democrático que no se medirán a la hora de calumniarlo e infamarlo.
A pesar de ello, corresponde sentar unas sólidas bases para hacer un gobierno que haga todo lo que esté a su alcance para superar la dañina polarización propiciada única y exclusivamente por Juan Manuel Santos. Todo está servido para que el nuevo gobierno, legitimado por la más alta votación de nuestra historia republicana, construya puentes de entendimiento entre los ciudadanos.
Publicado: junio 19 de 2018
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