Desde un principio lo dije: la JEP será un tribunal de la venganza, que perseguirá a los enemigos históricos de la izquierda radical y exculpará las atrocidades de la guerrilla, cubriéndolas de un manto de impunidad asqueante. No exageraba tampoco cuando advertí, a través de mis columnas de opinión, que la JEP operaría como un cuerpo judicial politizado e ideologizado, que tendría entre sus propósitos reescribir la historia, para presentar a los terroristas, asesinos y miserables de las Farc, como una organización loable alzada en armas, supuestamente para defender los derechos del pueblo oprimido.
Nada bueno podía salir de la JEP, siendo cosecha de la propia guerrilla y de sus cercanos y oscuros asesores, a saber: Enrique Santiago, Álvaro Leyva, Juan Carlos Henao y Eduardo Montealegre. Es la primera vez en la historia contemporánea que quienes supuestamente van a ser procesados tienen la posibilidad de escoger el mecanismo por medio del cual habrán de ser juzgados. Así de claro: la JEP fue una imposición de la guerrilla al gobierno de Juan Manuel Santos, que, a la postre, no solo terminó complaciendo en ello a Timochenko y sus secuaces, sino que, adicionalmente, sometió a la institucionalidad y a la democracia a toda suerte de humillaciones y dislates, en procura de saciar la infinita vanidad de un grupo de bandidos que consideran que la sociedad colombiana les debe respeto, obediencia y sumisión.
Ante la decisión abiertamente ilegal e inconstitucional de la JEP de suspender la extradición del narcotraficante alias Jesús Santrich a los Estados Unidos, ha quedado probado más allá de toda duda razonable que la JEP es la corte de las Farc. Si aún sin reglamentación, sin haber empezado a funcionar, pasan cosas como esta, y la JEP se arroga competencias que no tiene, cuando adquiera dientes, literalmente sus magistrados se tomaran el país. Como van las cosas, las Farc van a conseguir en los estrados judiciales la victoria que les fue esquiva en el monte, sometiendo a sus enemigos y al Estado de Derecho con los fallos de la JEP.
Ya lo dije antes también: “Tomarse la justicia no es un invento de las Farc. Desde Mao, en la China Popular, pasando por la Cuba oprimida de los sátrapas Castro Ruz, y la Venezuela arruinada de los tiranos Chávez y Maduro, la izquierda radical ha implementado el método inveterado de cooptar y adueñarse de los órganos jurisdiccionales, para aniquilar moralmente a sus oponentes: si las balas o las bombas no pudieron en su momento silenciar las voces disidentes, de seguro una injusta sentencia de encarcelamiento logrará ese cometido”.
La mayoría de los magistrados de la JEP son afines ideológicamente a las Farc, y están ahí para complacer a esos malhechores y no para hacer justicia verdadera. La labor de un juez es fundamental para una sociedad, y para ejercer ese apostolado se requieren especialísimas calidades humanas y profesionales escasas por los lados de la JEP; pero, por sobre todas las cosas, lo que hace al final del día que la justicia opere es la independencia de los jueces, atributo imposible de predicar en aquellos funcionarios de la JEP, que llegaron ahí con el “visto bueno de las Farc”. Que a nadie le quepa la menor duda: la JEP está al servicio de las Farc.
La JEP es un esperpento jurídico que nace del desconocimiento de la voluntad popular que dijo NO a los acuerdos de la Habana, un bodrio avalado por un Congreso comprado y una judicatura entregada al régimen, que debe ser excluido del ordenamiento legal colombiano. Sin eufemismos: hay que acabar con la JEP cuanto antes. Dicho cometido deberá ser una prioridad nacional en los próximos meses.
La ñapa I: El Departamento de Justicia de los Estados Unidos debería acusar por obstrucción a la justicia a los magistrados de la JEP que ordenaron la suspensión de la extradición de Santrich. Mientras eso ocurre, que les vayan quitando las visas por corruptos.
La ñapa II: Hidroituango es más que un elefante blanco: es un monstruo de mil cabezas. Lo que se viene haciendo para obviar la búsqueda de responsables es una infamia arropada de falsa solidaridad. El nombre de los culpables de la debacle debe conocerse ya, porque en esa madeja hay mezclada corrupción. En buena hora el Fiscal General persigue la pista de los sobornos que hay tras bambalinas. ¿Será que el paquetazo y vendedor de humo de Sergio Fajardo tiene algo que decir al respecto?
Publicado: mayo 20 de 2018
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