Milagrosamente, las desprestigiadas encuestadora colombianas, acertaron en sus proyecciones: la segunda vuelta será entre el candidato de la libertad y la democracia, Iván Duque y el representante del socialismo de extrema izquierda, el exterrorista del M-19, Gustavo Petro.
Las tres semanas que vienen, serán definitivas para nuestro país. Está en juego el futuro de Colombia. Seguir por la senda de la democracia o desviarse hacia el oscuro camino del socialismo del siglo XXI, corriente que ha destrozado a las naciones donde desafortunadamente ha logrado incrustarse.
El estupendo resultado de Duque, despeja cualquier duda sobre su viabilidad política. Aquellos que aseveraban que él no era elegible, tendrán que reconocer que estaban equivocados. Quienes aseveraban que Duque estaba “muy pollo”, como el derrotado Germán Vargas Lleras, tendrán que reconocer que el candidato uribista es un líder aquilatado con una impresionante proyección. Los 7.3 millones de colombianos que votaron por él, fueron personas que oyeron su programa, atendieron sus propuestas y consideraron que el modelo de país propuesto por él es el que se necesita.
Petro no será un rival fácil de derrotar. Los colombianos deben prepararse para oír un discurso radicalizado. Ese candidato aprovechará estas tres semanas que nos separan de la segunda vuelta para seguir incendiando a la sociedad, profundizar la lucha de clases y la división entre los colombianos.
El candidato de la extrema izquierda no va a acatar el veredicto popular con altura y decencia. Lo visto en las horas posteriores al cierre de las urnas es un abrebocas de lo que sucederá cuando se confirme su derrota luego de que se cumpla la segunda vuelta. Petro lleva meses enteros preconstituyendo y falseando “pruebas” con las que sustentará un supuesto fraude.
Así como el izquierdista mexicano Andrés Manuel López Obrador a lo largo de los últimos años ha desconocido los resultados electorales de su país, Petro proyecta hacer exactamente lo mismo.
Valga recordar que a lo largo de los años, Petro ha inventado toda suerte de situaciones para victimizarse. Recientemente, luego de que un desadaptado le lanzara una piedra al carro en el que se desplazaba, resolvió irse a Washington a denunciar ante la comisión interamericana de derechos humanos un supuesto atentado a bala. Sin ruborizarse convirtió un pedazo de ladrillo en un plomo.
A partir de ahora hay que trabajar como si estuviera empezándose desde ceros. Las segundas vueltas son un reinicio absoluto. La lucha es completa y corresponde atraer a la mayor cantidad de electores de los candidatos que se quedaron en el camino. Sin triunfalismo ni derrotismo alguno. Estas 3 semanas deben ser de trabajo intenso, pensando en los intereses superiores de Colombia y teniendo como referente la consigna de evitar que nuestro país caiga en el fango inmundo del socialismo que representa Gustavo Petro.
Publicado: mayo 28 de 2018
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