El resultado de las elecciones, en las que los dos candidatos afines a Santos, Vargas Lleras y De la Calle resultaron aplastantemente derrotados, es una muestra incontestable del desprecio que el pueblo siente por el presidente de la República.
Los tristes resultados obtenidos por quienes fueran su vicepresidente y su jefe negociador con la banda terrorista de las Farc, son la ratificación del inconformismo social con la gestión de Juan Manuel Santos y con la forma como le regaló el país a las Farc.
Vargas Llera trató de todas las formas posibles de marcar distancia de Santos, pero los hechos dejaron una marca indeleble en su candidatura. Cuando Santos se reeligió ilegalmente, financiando su campaña con el dinero asqueroso de Odebrecht y recurriendo a las artimañas del hacker para desprestigiar al uribismo, Vargas era su fórmula, su segundo a bordo. Cuando Santos perfeccionó el acuerdo abusivo con las Farc, Vargas lo coadyuvó en su condición de vicepresidente.
Durante la campaña del SI, Vargas guardó silencio cómplice frente al acuerdo. Su cálculo era el de la victoria de Santos y aquello lo dejaría en el primer puesto para la sucesión. Pero la ciudadanía no se dejó manipular ni presionar por el gobierno. Votó libremente en contra de la renunciación del Estado de derecho e impuso el NO contra todos los pronósticos.
Humberto De la Calle, ese mismo que alegaba con toda soberbia que el de él había sido “el mejor acuerdo posible” y que defendió a capa y espada la impunidad para las Farc fue uno de los cerebros del desconocimiento del resultado del plebiscito. Él, que posa de liberal y demócrata integral, de manera agresiva hizo lo que correspondió para pasarse por la faja la victoria del NO.
De la Calle fue otro de los que creyó que podía sacarle réditos electorales a su participación en el acuerdo espurio con los terroristas. Se imaginó que sería recompensado con la presidencia de la República. El destino quiso otra cosa. Obtuvo escasos 385 mil votos, los cuales son, ante todo, un castigo, una cuenta de cobro a quien pasará a la historia como el ladrón del plebiscito en el que la mayoría le dijo NO a su “mejor acuerdo posible”.
Santos nuevamente ha quedado notificado. Nada ni nadie hará que su desprestigio sea reversible. Los ciudadanos han confirmado en las urnas que no quieren que en Colombia haya un gobernante medianamente cercano o heredero suyo.
El presidente está cosechando lo que sembró en estos casi 8 años. Un traidor, mentiroso y tramposo como él, indefectiblemente iba a llegar a un punto como el que hoy se registra. La soledad y el desprecio es lo que merecidamente se ha ganado Juan Manuel Santos y aquello se ha confirmado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de nuestro país.
Publicado: mayo 27 de 2018
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