Cuando en Venezuela empezaron a sospechar de talante autoritario del candidato Hugo Chávez, éste muy habilidosamente, se dio a la tarea de mostrar una mejor cara ante los medios de comunicación.
Sin sonrojarse, aseguraba que estaría 4 o menos años en el poder. Defendía la libertad de prensa y de empresa. Se mostraba como un hombre conciliador cuya obsesión era la de erradicar la corrupción en Venezuela.
La fórmula le sirvió y logró apoderarse de la presidencia. El resto es historia. La democracia venezolana desapareció de la faz de la Tierra.
Ahora que logró pasar a la segunda vuelta con muchos menos votos de los que él esperaba, se dio cuenta que su discurso extremista no solo no atrae, sino que espanta a muchos ciudadanos.
Petro es el candidato del odio. El candidato expropiador, el candidato que acabará con la democracia colombiana.
Él es mesiánico, intolerante, perseguidor, resentido y profundamente intolerante. Ahora, cuando tiene por delante el desafío casi imposible de derrotar al uribismo, Petro se ha dado a la tarea de matizar su discurso.
En un santiamén, empezó a señalar al régimen venezolano, calificándolo como una dictadura, cosa que se había resistido hacer durante todos estos años de tragedia en el vecino país.
Que nadie caiga en la trampa: Petro es el atrabiliario que ejerció como alcalde de Bogotá, que hizo lo que le vino en gana, pasando por encima del ordenamiento legal y desconociendo a las autoridades de control.
De ser elegido presidente de la República, convocará a una constituyente para que le confeccione una constitución a la medida de su vanidad y sed de poder, tal y como hizo Hugo Chávez cuando se apropió del poder en Venezuela.
Un gobierno de Petro se traducirá en cárcel o exilio para todos aquellos que no se alineen con el régimen. Todo aquel que se salga un milímetro del liberto será objeto de una brutal reacción por parte de la pandilla petrista, esa misma que se ha dado a la tarea de insultar, matonear y perseguir en las redes sociales a los ciudadanos que critican a su candidato durante esta época electoral.
No se puede creer en el nuevo discurso de Petro. Está mintiendo, engañando y manipulando a la opinión pública. Es ahora, cuando más deben encenderse las alarmas y denunciar masiva y permanentemente los desmanes de Gustavo Petro, el candidato de la extrema izquierda que convertirá a nuestro país en una extensión de la dictadura venezolana.
Publicado: mayo 30 de 2018
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