Son raros los casos de criminales que llegan al ocaso de su vida y mueren como consecuencia de las leyes de la naturaleza. Es el caso de Areiza, un bandido de talla mayor que se movió entre el lodo del bandidaje durante buena parte de su existencia. Hizo tratos con lo peor del crimen organizado, llegando a pactar con el senador comunista Iván Cepeda la rendición de un falso testimonio en contra del exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos a cambio de algunos beneficios y de $100 millones de pesos.
Para un delincuente como Areiza, mentir era un juego de niños. Un sujeto que fue capaz de cometer los crímenes por los que en su momento fue castigado por la justicia de nuestro país, falsear un testimonio seguramente no exigía un esfuerzo superior.
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La confesión de Areiza en la que salpicaba al que lo indujo a mentir no dejaba espacio para las dudas. Quedaba en evidencia la forma ilegal como el senador Cepeda Castro lo sobornó para convertirlo en uno más del cartel de falsos testigos que él lidera con total impunidad. Así que si a alguien le convenía silenciar a ese sujeto, es precisamente a la persona que le pagó una millonaria suma de dinero a cambio de que mintiera.
Pero la justicia ha avanzado en la investigación del asesinato de ese delincuente, llegando a una conclusión que se aleja completamente de las especulaciones que hasta ahora se han hecho.
De acuerdo con información que se ha conocido, las primeras hipótesis de los investigadores apuntan a que la muerte de ese delincuente se produjo como consecuencia de un lío de faldas.
Se ha pedido que aflore la verdad, sea cual sea. Si en efecto ese bandido cayó por cuenta de un asunto pasional, pues habrá que confiar y respetar ese veredicto.
Lo curioso es que los enemigos de Uribe que han querido vincularlo con ese crimen, hayan reaccionado con tanta virulencia frente a la teoría del caso que está trabajando la fiscalía general de la nación.
Esos que hoy se presentan como ciudadanos y periodistas preocupados por esclarecer qué fue lo que realmente sucedió con Areiza, han delatado que les importa un bledo el asesinato de ese sujeto. Lo que les sirve es el cadáver para elaborar fantasías criminalísticas que conduzcan a inculpar al presidente Uribe, sobre todo en estos momentos en que el Centro Democrático se perfila como el partido que arrasará en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en los próximos días.
Eso de utilizar un crimen para sacar provecho electoral, es la forma más detestable y deleznable de catalogar a los muertos como “buenos o malos”. Retorcidos aquellos que creen que el muerto es “bueno” si el rival político puede ser incriminado y “malo” si el crimen no puede tener consecuencias políticas o electorales, como en efecto anhelan hacer los enemigos de Uribe.
Urge entonces que la fiscalía termine la investigación y le cuente al país realmente cuáles fueron los móviles del asesinato de Areiza. Seguramente, más de uno será presa del desespero cuando se confirme que aquel homicidio no podrá ser manipulado para perjudicar electoralmente al uribismo.
Publicado: mayo 2 de 2018
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