Estaba cantado el fraude en Venezuela. Maduro ya tenía ganadas las elecciones antes de convocarlas. Todos los poderes están dominados por la dictadura, empezando por el cuestionado consejo electoral cuya rectora es la señora Tibisay Lucena, arquitecta y ejecutora de todos los fraudes cometidos por el chavismo en las últimas dos décadas.
Las tiranías se consolidan y perpetúan llevando a cabo remedos de elecciones. No hace mucho, en Cuba se produjo el relevo en la jefatura de gobierno, cuando fue elegido Manuel Díaz-Canel quien no tuvo rival en las urnas. Se quedó con 603 de los 605 votos posibles.
Ninguna democracia respetable ha reconocido el resultado de las elecciones venezolanas. Primero, nadie cree que la participación hubiera sido la que reveló el consejo electoral. Existen abundantes evidencias gráficas que dan fe de la baja, casi nula participación ciudadana en la jornada electoral del domingo 20 de mayo.
A pesar de ello, Tibisay Lucena tenía instrucciones precisas de anunciar que el 46% de la ciudadanía había concurrido a las urnas. Las encuestas independientes realizadas a pie de urna, apuntan a que la participación no superó el 30%.
La victoria de Maduro estaba previamente definida. El consejo electoral le asignó la exagerada cifra de 5.8 millones de votos. Antes de iniciar la jornada, el resultado ya estaba organizado y definido.
Para darle un matiz de legitimidad a ese burdo montaje, recurrieron a un antiguo chavista, Henri Falcón, para que hiciera las veces de “opositor”. Por sus servicios, la dictadura le regaló 1.8 millones de votos.
Los verdaderos opositores venezolanos hicieron bien al abstenerse de participar de esa farsa. Mientras Maduro y su camarilla criminal estén al frente del gobierno venezolano, no existe la menor posibilidad de que se produzca una transición democrática en aquel país.
Para salir de esa pandilla, se requerirá de la intervención decidida de las fuerzas militares venezolanas. Son ellas las que tienen en sus manos la responsabilidad de reestablecer la democracia en la patria del Libertador. Hay que remover el germen de la tiranía con intervención del ejército.
Al ver la tragedia venezolana, cuesta entender que haya colombianos anhelando implantar un régimen similar en nuestro país. No se puede soslayar que Petro fue el maestro de Chávez. La tragedia venezolana tuvo muchos planificadores; uno de ellos fue Gustavo Petro, quien no ha querido reconocer de forma directa y sin dubitaciones que lo de Chávez y Maduro es una brutal dictadura.
Que el fraude monumental que acaba de perfeccionarse en Venezuela sirva para abrir los ojos de aquellos que no han sido capaces de dimensionar el peligro que encarna el chavista Gustavo Petro. Por el bien de la libertad y de la democracia de nuestro país, más vale que las mayorías ciudadanas se pronuncien contundentemente en las urnas, votando por Iván Duque el único candidato capaz de contener la amenaza castrochavista que se cierne sobre nuestro territorio.
Publicado: mayo 22 de 2018
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