Si de algo se ha encargado el candidato chavista Gustavo Petro es de despejar cualquier duda respecto de su talante burdo y atrabiliario.
Como todos los demagogos, Gustavo Petro es un mentiroso redomado. Así como engaña a los ciudadanos con sus discursos cargados de sueños y metas inalcanzables, quiere enredar a la opinión pública evadiendo preguntas sobre el origen de los fondos con los que está financiando su campaña presidencial.
La televisión y la radio están atosigadas con publicidad de Petro. Igualmente, las multitudinarias manifestaciones que está haciendo no son gratuitas. Petro alega que dichas concentraciones no cuestan un centavo, una mentira que se cae por su propio peso.
¿Por qué no dice la verdad sobre la financiación de su campaña? Es claro que los supuestos $12 mil millones de pesos que le prestó una entidad financiera ya se agotaron. A Petro lo están irrigando con plata de la dictadura criminal y mafiosa de Venezuela.
Lo indignante es que las autoridades no hagan lo que les corresponde para evitar que ese candidato siga pasándose por la faja las leyes electorales. Así mismo, la justicia debe perderle el miedo a ese desmovilizado de la banda terrorista del M-19 e investigar, cuanto antes, todas las irregularidades de esa campaña presidencial.
En el debate de candidatos a la presidencia sobre los asuntos de Bogotá, Petro sacó a relucir su estilo atrabiliario al amenazar al alcalde de Bogotá diciendo que como presidente sólo va a girar los recursos para la construcción del metro si y solo si éste es subterráneo.
Aquella advertencia envía un mensaje delicadísimo, pues Petro pretende, a través del control del dinero, atropellar la independencia de los gobernantes locales. Alcaldes y gobernadores que no hagan lo que él ordene, sufrirán el rigor de la escases por cuenta del corte de dinero desde el gobierno central.
De llegar a la presidencia, Petro abusará del poder para expropiar a quien no goce de sus simpatías. El presidente Uribe, ya está sentenciado. Con total desvergüenza, falsamente lo acusó de ser “uno de los mayores latifundistas improductivos” del país. De ahí se agarrará para robarle sus propiedades, inflándole los impuestos para obligarlo a venderle a la nación a un precio risible.
El promotor de la “Colombia humana”, establecerá un régimen del terror en Colombia, algo en lo que él es un verdadero experto. En su primera juventud, fue cabecilla de una banda criminal que introdujo en Colombia el flagelo del secuestro. De llegar a la presidencia, Petro no secuestrará a los ricos para quitarles su dinero, sino que irá directamente por sus bienes. De secuestrador de personas, pasará a ser secuestrador de propiedades.
Petro es un candidato con discurso, pero alevoso. Tiene experiencia y es, al decir popular, canchero. Error de muchos al creer que su discurso populista se puede contrarrestar a través de elaboraciones argumentativas. Falso. Ese tipo de propuestas que encantan y engañan a los ciudadanos, desafortunadamente no pueden ser contenidas con tesis académicas.
- Le recomendamos leer Un populista que crece.
Hay muchas dudas sobre el patrimonio de Petro. El, habilidosamente se ha encargado de vender la tesis de que es un hombre pobre que vive en una casa de la que no paga la cuota hipotecaria hace varios meses. Pero hay sospechas sobre su patrimonio y sus propiedades.
Nadie cree el cuento de que él vive de la plata que cobraba por dictar charlas sobre el cambio climático. Habrá que ver, dónde y cuándo fueron esas conferencias, pero sobre todo cuánto y a través de qué medio le pagaban por esas supuestas conferencias. Hay que halar ese hilo, porque seguramente habrá muchas sorpresas.
Publicado: mayo 10 de 2018
Los comentarios están cerrados.