La campaña de Germán Vargas Lleras fue un verdadero fiasco. Él creyó que ganaría las elecciones presidenciales sin mayores dificultades. Desde que salió de la vicepresidencia, se dio a la tarea de estructurar un equipo con el que proyectó encabezar todas las encuestas.
Pero las cosas no le salieron bien. Nadie duda de la experiencia de Vargas, un hombre que lleva décadas enteras en la acción política. Pero carga a cuestas una gigantesca imagen negativa la cual es consecuencia directa de su temperamento muchas veces atrabiliario. La opinión pública sigue pasándole cuenta de cobro por el golpe que injustamente le dio a uno de sus escoltas.
Pero también le están cobrando su vinculación con el impopular, corrupto e ilegítimo gobierno de Juan Manuel Santos.
Mientras el uribismo se concentró en ganarse el corazón y afecto de los ciudadanos a través de un diálogo permanente, sincero y fluido con la comunidad, Vargas Lleras se dedicó a pactar con las anquilosadas maquinarias politiqueras de las que hoy depende enteramente su futuro político.
Las encuestas miden el voto de opinión. Vargas, que tiene muy pocos simpatizantes en ese segmento, considera que podrá ganar gracias al voto amarrado que mueven las estructuras con las que hizo pactos electorales.
Al ver que su nombre escasamente llegaba al 7% en todas las encuestas, sus aliados cometieron la peor equivocación posible: pelear con las encuestadoras. Aquello es infinitamente ineficaz y no tiene ningún sustento. Nadie puede creer que todas las encuestadores se hayan concertado para falsificar los resultados con el fin de perjudicar al exvicepresidente de Santos.
Si la gente no quiere votar por Vargas Lleras es, precisamente, porque es percibido como el continuista de este gobierno impopular y fallido. Así mismo, su temperamento violento y agresivo en vez de acercar, espanta a los electores.
Solo dos personas creen que Vargas Lleras puede pasar a la segunda vuelta: el cuestionado encuestador-militante, Cesar Caballero y la desprestigiada defraudadora e impostora Natalia Lizarazo García, quien utiliza el nombre comercial de “Natalia Springer”, más conocida como La Tocarruncho.
En una columna reciente, “Springer” aseveró que “el que va a dar palo en primera vuelta es Germán Vargas. Vargas ha cumplido una agenda brutal, visitando cuatro o cinco ciudades por día en donde ha llenado plazas de manera consistente, desplegando el equipo más disciplinado de todos…”.
Según Tocarruncho, “Duque sacará entre 5.5 y 6.2 millones; Vargas sacará entre 4.8 y 5.5 millones de votos…”.
¿Cómo obtuvo esos números la señora “Springer”? ¿Utilizando las mismas fórmulas matemáticas con las que tramó al país cuando le fueron regalados los multimillonarios contratos con los que fue favorecida por la fiscalía corrupta de Montealegre y Perdomo?
Triste panorama para el doctor Vargas Lleras, cuando faltando pocas horas para las elecciones su única esperanza de supervivencia electoral se sustente en una fórmula matemática fantasiosa elaborada por una de las personas más cuestionadas y desprestigiadas del país, la farsante “Natalia Springer”.
El país no puede caer en trampas ni jugar con candela. El riesgo de Petro es real y corresponde mitigarlo con toda la fuerza política posible. Por eso, debe imponerse el pragmatismo y la serenidad. Sería irresponsable desperdiciar el voto, sufragando por un candidato inviable electoralmente como es el doctor Vargas Lleras. Por eso, corresponde hacer un llamado para que se imponga el voto útil a favor de Iván Duque, el candidato que tiene todas las condiciones y posibilidades de ganar las elecciones presidenciales el próximo 27 de mayo.
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