En nuestra Colombia se supone que estamos en paz, tranquilidad y seguridad porque el presidente Santos recibió un Nobel y las Farc se “desmovilizaron”.
Muchos compatriotas todavía se preguntan, con razón, si valieron la pena tantas concesiones a la guerrilla, cuando a diario en departamentos como Nariño, Cauca o el Valle nuestros verdaderos héroes, la fuerza pública, luchan contra estructuras criminales entre las que se cuentan las disidencias de las mencionadas Farc (que son la mayoría de los que se iban a desmovilizar), el empoderado ELN, el Ejército Popular de Liberación EPL y las Bacrim. Y estamos inundados de coca y narcotráfico con sus efectos en todo el Pacífico contra nuestras comunidades.
Pareciese que poco a poco el país despierta de la farsa que nos vendieron en La Habana. Horrores como la sistemática eliminación de líderes sociales –denunciado por familiares de las víctimas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)-, las contrataciones oscuras como la de la esposa del senador Iván Cepeda en la JEP, con ingresos de $16.900.000 mensuales y las investigaciones de los órganos de control por anomalías en el manejo de los fondos para la paz son prueba del engaño que nos presentaron como “paz”. ¡Qué negociazo hicieron la izquierda radical, los corruptos, las Farc y Santos!
En esta farsa, el presidente Santos pone en marcha decretos como el 1066 de 2015, que según Hugo Casas, comandante de la Policía Metropolitana de Cali, establece la nueva normativa para garantizar la seguridad de ciudadanos vulnerables y que en la práctica privó de sus esquemas de protección de la Policía a los miembros del Concejo Municipal caleño. Los concejales ahora deben remitirse a la Unidad Nacional de Protección para que les realicen un estudio de seguridad (como si la labor de concejal en una ciudad como Cali, con más de 1.232 homicidios anuales, no fuera condición suficiente para estar protegido por el Estado). Esto sucede al mismo tiempo que el Gobierno Nacional protege a los más de 7.000 guerrilleros que se desmovilizaron, incluyendo a los culpables de delitos de lesa humanidad que sin pasar por la justicia van al Congreso y desde campaña cuentan con escoltas. Vale la pena mencionar que en nuestro caso ganamos la curul en la Cámara de Representantes con votos, no con fusiles, coca y sangre como las Farc, pero no contamos con esquema de seguridad del Gobierno.
En conclusión, el Gobierno desprotege a los concejales mientras pone esquemas de seguridad a los excombatientes farianos, incluyendo los genocidas. Espero que el pueblo Colombiano comprenda la gravedad de la situación y la trascendente oportunidad real que existe de ganar en estas elecciones la Presidencia con Iván Duque y la Vicepresidencia con Marta Lucia Ramirez. Con esa victoria tendremos un gobierno de Mano Firme y Corazón Grande que nos devuelva la confianza y la esperanza.
Publicado: abril 11 de 2018