El doctor Álvaro Gómez Hurtado era un verdadero estorbo para el régimen corrupto de Ernesto Samper. Desde sus tribunas periodísticas, se había convertido en el faro moral de la República en tiempos de confusión y desasosiego.
Ernesto Samper llegó a la presidencia en 1994, luego de habérsele vendido a los cabecillas del cartel de Cali, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Confirmado está que miles de millones de pesos le fueron donados a la campaña samperista por esos capos del narcotráfico.
En esa operación criminal, hubo dos protagonistas fundamentales, además del propio Samper: Santiago Medina y Fernando Botero, quienes fungieron como tesorero y gerente de la campaña liberal.
Botero y Media fueron condenados en el marco del proceso 8000. Luego de haber purgado su condena, Botero, quien se había preparado toda su vida para ser presidente de Colombia, resolvió irse del país.
En 2007, 12 años después del asesinato de Álvaro Gómez, un fiscal colombiano se desplazó a México para oír la versión de Fernando Botero sobre el magnicidio del dirigente conservador. En su declaración, el exfuncionario aseveró que “yo tengo múltiples razones para pensar que se trató de un crimen de Estado… Baso mi afirmación en mi conocimiento de la coyuntura política del país en el año 1995, y en particular, en la profunda crisis que afectaba al gobierno del presidente Samper”.
Cuando el fiscal investigador le preguntó por los motivos para haber ordenado ese asesinato, Botero respondió que “es evidente que la información de la cual dispongo representa una seria amenaza para mi integridad física y la seguridad de mi familia, razón por la cual no se dan las circunstancias en este momento para contestar en profundidad la pregunta que me plantea el señor fiscal…”.
Botero Zea, que fue el primer ministro de Defensa de Ernesto Samper, no dudó en asegurarle a la justicia que en el asesinato de Álvaro Gómez participaron “fuerzas oscuras que han apelado a la violencia en el pasado y que podrían volverlo a hacer”.
En su declaración, Botero involucró directamente al DAS en los seguimientos al inmolado líder conservador. Valga recordar que en la época de los acontecimientos, el director del DAS era el hoy contratista del gobierno de Santos, el beligerante y agresivo abogado Ramiro Bejarano Guzmán.
Para Fernando Botero, no hay duda de que el gobierno Samper instruyó al DAS para que siguiera al dirigente conservador: “A nivel de seguimiento es claro para mí que había una cercana vigilancia a todas las actividades del doctor Gómez Hurtado por medio del DAS, fundamentalmente ordenada directamente por el presidente Samper. Estas actividades de seguimiento que fueron tenues al inicio del gobierno se intensificaron tremendamente en la misma medida en que se iba profundizando la crisis del país”.
Aquella aseveración de quien fuera el ministro de Defensa nacional de Samper es en extremo delicada y obliga a que Bejarano Guzmán y Samper le expliquen al país por qué seguían los movimientos de quien fuera el jefe de la oposición al régimen mafioso y criminal de la época.
Han pasado 11 años desde que Botero habló y muy poco se ha avanzado en el esclarecimiento de ese doloroso asesinato. Gracias a Néstor Humberto Martínez, éste no prescribirá en virtud de que fue declarado como un crimen de lesa humanidad.
En 2007, por legítimo temor, Botero no quiso profundizar en los detalles de su declaración. Pero el tiempo ha pasado. Samper seguramente ya no tiene el poder de intimidación de antes, razón por la que sería muy provechoso que el exministro de Defensa rompa su silencio y cuente los pormenores que lo llevan a a concluir que el de Álvaro Gómez fue, en efecto, un crimen de Estado.
Publicado: abril 6 de 2018
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