Lo que empieza mal termina mal; eso es lo que tristemente confirmamos los colombianos con la tan esperada paz. Ninguna de las dos partes estaba preparada para dar el paso a una verdadera reconciliación, lo que estaban era jugando póker con las cartas marcadas.
Los acuerdos de paz no deben ser solamente para las élites de los dos lados. Al contrario, debe llegar a todos y a cada uno de los involucrados en el conflicto, especialmente a las víctimas.
Aunque las Farc han negado insistentemente la participación de personas de su movimiento en hechos delictivos después del acuerdo, existen hechos fehacientes que demuestran que siguen delinquiendo a través del narcotráfico y a través de la continuación de la lucha armada en donde -las mal llamadas disidencias- están haciendo su agosto en algunas partes del territorio. Es más, existen hoy en día municipios de Cundinamarca donde es mejor no ir para no tener problemas y este departamento fue declarado libre de guerrilla en el 2006.
¿Unas personas que siempre han delinquido y operado en gavilla, a cuenta de qué ahora lo hacen individualmente? Para mí es claro que ni Santrich ni Guacho están trabajando solos.
Por el lado del gobierno, se está viendo lo que siempre se pensó que iba a pasar: la corrupción se tomó el postconflicto, los recursos de la mal llamada paz están embolatados, mal entregados y con coimas al mejor estilo del gobierno más corrupto de la historia reciente. Adicionalmente, el gobierno en sus adentros sabía que no iba a cumplir. Fue tanto el afán por firmar, que firmó lo imposible.
Cuando se firma un acuerdo entre dos partes y las dos incumplen, el acuerdo se cae. Eso es lo que pasó. Así traten de decir que todavía hay acuerdo, para mí el acuerdo no existe por incumplimiento.
Los retos que tendrá el próximo presidente no son pocos. La descuadernada en la que Juan Manuel Santos entrega el país es extrema: la corrupción en sus máximos, las finanzas públicas en el límite, la fuerza pública desmotivada y ahora, para terminar, un acuerdo de paz chambón y caído.
Pero, a pesar de todo, la comunidad internacional no se ha dado cuenta de este desastre. Siguen aplaudiendo este proceso fallido. Ojalá cuando se den cuenta que lo que apoyaron es un desastre, no sea demasiado tarde.
Le tengo mucho susto a lo que pueda hacer el gobierno Santos en las elecciones. Ya está claro que su candidato es Germán Vargas Lleras, quién todavía está muy caído en las encuestas y, aunque ya se está prendiendo la maquinaria y los poderes regionales han empezado a presionar el voto, puede que no le alcance para llegar a la segunda vuelta. Esto lo pone contra la pared y no me quiero ni imaginar qué pasaría si termina colaborando con la destrucción del país y apoyando la entrada del Socialismo del Siglo XXI por cuenta de su rivalidad con el presidente Uribe.
Un gran ejemplo nos ha dado Ecuador en el manejo del Estado. Allá los ministros renuncian cuando no son capaces de cumplir el mandato a diferencia de Colombia, donde los nombran embajadores y exaltan su mediocridad.
Publicado: abril 30 de 2018
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