Definitivamente, esta campaña presidencial va a estar ligada a una guerra sucia sin precedentes. El gobierno tratará por todos sus medios de trancar a la dupla Duque-Ramírez usando todos los métodos ya conocidos: noticias falsas a través de medios afectos al gobierno, investigaciones mentirosas ayudadas por unas cortes que se sienten amenazadas por la alerta de una reforma necesaria que se avecina y abundante mermelada que desplegarán desde las gobernaciones y alcaldías sin ningún recato. Esto ya lo habíamos visto en las elecciones del 2014 y, en franca lid, el seguro ganador de ellas era Óscar Iván Zuluaga.
Pero esta elección tiene otra arista más difícil de digerir, el candidato de la izquierda.
Gustavo Petro no es un candidato normal, como tampoco son sus seguidores. Existen muchos temas que lo hacen impredecible, temas como el ataque sistemático a la minería en todas sus formas, el odio al establecimiento, la creación de una lucha de clases sociales que nunca había existido en Colombia y la manera ininterrumpida en la que manda propuestas sin ningún sustento real ni económico, pero que han venido calando en un sector de la sociedad que está hastiado de la corrupción y de la politiquería.
La economía colombiana está herida y necesitamos todos los sectores productivos para sacarla adelante. Nuevos cultivos como el aguacate Haas deben promoverse, pero pensar en acabar la minería es un despropósito porque esta no es solo petróleo, carbón y oro -que generan grandes ingresos a nuestra economía-, sino insumos necesarios para sostener a los demás sectores productivos. Además, es difícil pensar, como lo oí en un foro durante las elecciones legislativas, que el oro no sirve para nada y que por eso se debería prohibir su extracción sin tener en cuenta que tiene un valor en el mercado y que prohibirlo legalmente es promover su ilegalidad.
Es muy fácil salir a prometer el oro y el moro a través de unos medios de comunicación que no han sido capaces de preguntarle ni cómo va a lograr eso ni de dónde va a sacar los recursos para hacerlo. Al parecer, los medios no captan que en todos los países donde han ganado estos personajes lo primero que hacen es cerrarlos o restringirlos.
Aunque los sondeos no lo muestran y se ve lejano, existe todavía la posibilidad que si hay segunda vuelta esta sea entre Duque y Vargas Lleras. Sería una contienda mucho más fructífera en ideas y propuestas, no obstante, debemos luchar para ganar en primera vuelta, evitarle un desgaste adicional a la economía no gastando los recursos de la segunda vuelta y, sobre todo, no darle la oportunidad al gobierno Santos de meter la mano en las elecciones como lo ha venido haciendo últimamente.
Por último, debemos decirle a las cosas por su nombre. En la lista de los decentes, no había decentes y ni Fajardo ni De La Calle representan el centro ideológico, son de izquierda y son apoyados por la izquierda.
Cada día salen más temas feos alrededor del chambón proceso de paz. La cantidad de amigos del gobierno que fueron beneficiados con contratos y mermelada hace que ese acuerdo pierda día a día más legitimidad. Las cosas que empiezan mal terminan mal.
Publicado: abril 2 de 2018