El Congreso de la República de Colombia, cuyos integrantes para el periodo 2018-2022 se elegirán el domingo próximo y que se instalará el 20 de julio de este año, será por virtud de todos los escándalos de corrupción, el más vigilado por la sociedad civil en toda la historia republicana. Eso se nota a simple vista a partir de la actitud de los ciudadanos y por su respuesta a la convocatoria para acudir a las urnas.
No es que el pueblo se haya cansado. Al fin y al cabo este país ha sido clientelista toda su historia. Fueron los medios de comunicación los encargados de crear una conciencia anti-política a tal punto que se ha deformado el concepto y la generalidad de la sociedad define la política y a los políticos como lo peor. Y vaya que cosa tan absurda, ¿qué haríamos para la orientación y dirección del Estado sin política y sin políticos? Tendríamos que buscar a los griegos, para encontrar la respuesta.
No es la política, ni son los políticos los males de esta sociedad. Son las practicas políticas de los actores políticos lo que satura y causa desasosiego colectivo, alimentado desde luego por las voces y las plumas de quienes al servicio de los dueños del poder económico simulan representar la causa del interés común y general. En este país no pasa nada y lo que pasa es porque los dueños de los medios e instrumentos de poder dejan que pase o quieren que suceda.
La campaña que culmina está semana para integrar el próximo periodo del congreso nacional, es tal vez una de las más costosas de la historia. En la gran mayoría se movieron exclusivamente las clientelas de uno y otro partido, en especial las de los partidos de gobierno. Las masas se movieron bajo el costo económico de su impulso. Por eso cada curul, en la inmensa mayoría, representa un proyecto de inversión que reclamará, o la implementación de iniciativa de gasto, o su porción de mermelada: Y mientras esto suceda, el pueblo movido por los medios de comunicación, pedirá su revocatoria que se traducirá en un cierre anticipado de sesiones y unas nuevas elecciones. Ahí estará la Corte Suprema de Justicia jugando un papel preponderante, en el nuevo episodio de judicial por la dulce y empalagosa corrupción del periodo que culmina. Será posiblemente una asamblea constituyente el próximo camino.
El tortuoso camino de la mayoría de los integrantes del próximo periodo del congreso, servirá de referente mediático para enfocar sin piedad los lazos familiares de la corrupción nacional. Y todo eso pasará, porque existe un Establecimiento que quiere que eso pase y ha definido claramente una hoja de ruta y un cronograma. Tendrá que venir la reconstrucción de los partidos políticos como verdaderas instituciones para la democracia y posiblemente ahora sí, se escuchara la propuesta de Álvaro Gómez Hurtado: El cambio de régimen. De algo más creo estar seguro: Petro no será presidente; porque los dueños de los medios e instrumentos de poder no lo dejan. Otra cosa sucedería, si ellos quieren que suceda. Y entonces ahí sí, Gustavo Petro sería el presidente, aunque también creo que no le tienen confianza.
Publicado: marzo 7 de 2018