Preocupa sobremanera la cifra revelada hace pocos días por el comandante de las Fuerzas Militares que fija en 1200 el número de miembros de la banda terrorista Farc que integran las denominadas disidencias.
Santos nunca quiso decir realmente cuántos miembros de esa banda criminal surtieron el proceso de entrega de armas y desmovilización. Lo cierto es que para la democracia es un verdadero peligro que en los campos y ciudades haya 1200 facinerosos fuertemente armados y con acceso a los inagotables recursos del tráfico de estupefacientes.
Si bien es cierto que la participación de las Farc en estas elecciones ha sido perfectamente marginal, no menos lo es que el año entrante habrá elecciones locales en nuestro país y ahí hay un riesgo inmenso de que esa estructura delincuencial, apoyada por los supuestos disidentes y por el dinero del tráfico de cocaína manipulen el resultado electoral a través del proselitismo armado y la compra de votos.
El proceso de paz de Juan Manuel Santos resultó ser una verdadera farsa. El próximo 7 de agosto, el presidente abandonará el poder, se irá a pasear por el mundo entero exhibiendo su Nobel de Paz y dejará a Colombia con el problema. Por un lado, los cabecillas de las Farc impunes y gozando de sus derechos políticos y por el otro, centenares de hombres fuertemente armados presionando a los ciudadanos para que voten a favor de sus candidatos.
Urge que los candidatos presidenciales se pronuncien frente a este delicado asunto de las denominadas disidencias, que es un problema que afecta a la seguridad nacional. No es en absoluto admisible que en nuestro país se le permita a un partido político contar con los servicios de un aparato armado.
No se podrá alegar que ese es el “costo” que hay que pagar por la paz. Cuando un grupo ilegal no se desmoviliza y deja buena parte de su estructura criminal activa, entonces no se está frente a un proceso de paz, sino de legalización de la guerrilla. Alias Timochenko e Iván Márquez posarán como cabecillas de un partido político y paralelamente tendrán influencia sobre 1200 hombres capaces de desestabilizar a toda una comunidad.
Valga recordar que hace unas semanas, luego de que empezaran registrarse las fuertes rechiflas en contra Timochenko, ese delincuente amenazó con recurrir al apoyo de “300 camaradas” suyos que estaban dispuestos a “despejarle” las zonas donde él se aprestaría a hacer proselitismo político.
1200 terroristas no es un número menor ni marginal. Sobre el presupuesto de que las Farc desmovilizaron a 7 mil hombres, se estaría ante un panorama angustioso: el 17% de esa banda terrorista sigue activo, controlando buena parte de las 200 mil hectáreas de coca que hay en este momento en Colombia.
Santos debe ponerle la cara al país. Dejar de mentir y ser sincero. Aclarar exactamente cuál es la situación, cuántos terroristas permitió que siguieran en la clandestinidad como brazo de apoyo de las Farc y cuál va a ser el procedimiento para neutralizar esa amenaza.
Por lo pronto, no exageran quienes al ver esos datos, consideran que las Farc quedaron intactas.
Publicado: marzo 23 de 2018