Por Daniel Lacalle #ColumnistaInvitado
El populismo castro-chavista se acerca a Colombia. Y tiene las mismas características que otros intentos similares.
Como Podemos en España o “Frente Amplio” en Chile, el candidato Gustavo Petro sabe perfectamente que nadie en su sano juicio votaría a un modelo venezolano, cuando más de 550.000 venezolanos han escapado a Colombia huyendo del “paraíso socialista”.
Por lo tanto, el subterfugio más utilizado por los nuevos populistas es decir que su modelo es el “nórdico”. Cuando se lo comenté en una cena al ministro de finanzas finlandés, Petteri Orpo, no se lo podía creer.
Analicemos primero las propuestas de Gustavo Petro. “Democratizar la tierra” significa expropiar, se use el término que se use. Y la idea mágica de que expropiar tierras agrícolas no va a afectar a la credibilidad y financiamiento de Colombia y sus sectores es simplemente ingenua. Pensar que se van a lanzar los inversores a apostar por Colombia ante la evidencia de expropiaciones a valoraciones decididas por el poder político es, como mínimo, sorprendente. “La industrialización propuesta se financiará a través del ahorro de los colombianos” es expropiar el ahorro para uso político y una forma, de nuevo, diplomática de hablar de enormes impuestos. La creación de una banca pública es el mantra eterno de los intervencionistas.
Los bancos públicos, al tener un porcentaje elevado de préstamos “sin objetivo económico” -bajo la falacia de la rentabilidad social que esconde gasto político-, tienen menos margen de maniobra y, como ocurrió en las cajas en España, pierden capital mucho más rápidamente ya que una mayor parte de los proyectos prestados son de difícil cobro. Cuando vienen dificultades, es siempre el contribuyente el que cubre los agujeros de la banca política. Porque la banca que propone Petro es una que esté enteramente al servicio de la voluntad gubernamental, sin atender a rentabilidad real ni verdadera demanda.
La banca supeditada al poder político que propone Petro ha sido, en todo el mundo, un fracaso. La banca pública tiene peores ratios de caja, capital y calidad crediticia que la privada y, por definición, toma riesgos más inciertos y financia proyectos de más difícil rentabilidad.
La ruptura de la seguridad jurídica e inversora, añadida a la fiscalidad abusiva y confiscación del ahorro y la propiedad llevarían a una salida de capitales y pérdida de ingresos fiscales como la vista en todos los casos similares, y, con ello, la devaluación masiva del peso ante la pérdida de reservas.
Expropiaciones, subidas de impuestos masivas, apropiación del ahorro y supeditar el modelo de crecimiento al control político. Lo mismo que el chavismo. Lo mismo que Podemos o Frente Amplio. Y nada que ver con el modelo nórdico.
¿Saben lo que Petro olvida del modelo nórdico?
Son países líderes en libertad económica y facilidad para crear negocios según el Banco Mundial.
La propiedad privada está garantizada por ley y el ahorro de los ciudadanos es libre y privado.
Son países líderes en banca privada, que financia la inmensa mayoría de la actividad económica.
Son líderes en atraer capital inversor garantizando la seguridad jurídica e inversión privada.
El sector público no dicta el patrón de crecimiento, se genera desde el sector privado, que financia más del 60% de la investigación y desarrollo. En Suecia, dos tercios de todas las carreteras del país son privadas. Además, los funcionarios no tienen puesto vitalicio.
Han llevado a cabo exitosas privatizaciones de sectores estatales, desde telecomunicaciones a eléctricas. Suecia rescató a Nordbanken y privatizó hasta Correos). Hasta los bosques se privatizaron.
Tienen un mercado laboral que está entre los más flexibles del mundo.
En estos países se fomenta la educación privada mediante el cheque escolar.
No, su modelo no son los países nórdicos.
Su modelo es el castrochavismo, el mal llamado Socialismo del Siglo XXI, que ha fracasado como el del siglo XX.
Les recomiendo que lean “Scandinavian Unexceptionalism” de Nima Sanandaji o “The Secret of their Success” en The Economist. El éxito de los países nórdicos ha sido tomar medidas pro-mercado, privatizar sectores ineficientes y garantizar la seguridad jurídica, inversora.
Los países nórdicos saben que no hay estado de bienestar sin crecimiento económico y empleo e inversión privada, y que el sector público está para facilitar, no fagocitar la actividad económica. Saben que no hay ingresos fiscales sin un sector privado floreciente. Y saben, porque lo han vivido, que multiplicar la intervención pública solo lleva al fracaso. Por eso rechazaron el socialismo.
“Colombia Humana” propone lo contrario. La combinación de expropiaciones, confiscación del ahorro y altos impuestos, añadida a los incentivos perversos de concentrar el modelo productivo en el poder político es la garantía del fracaso, la miseria y la destrucción de la moneda. No ha funcionado nunca, y esta vez no será diferente.
Daniel Lacalle es doctor en economía y profesor de Economía Global. Es autor de La Gran Trampa, Viaje a la Libertad Económica y otras obras, varias traducidas al inglés, chino y portugués.
Aparece en el ranking de Richtopia de 2017 como el número 2 de los economistas más influyentes del mundo.
Publicado: marzo 2 de 2018