El pasado once de marzo fue, como se preveía, la primera vuelta de las presidenciales. Duque y Petro serán los candidatos que, salvo que ocurra un conjunto improbable de hechos políticos, pasen a la segunda vuelta.
Duque parte con alrededor de seis millones de votos. No dudo de que la mayoría de los votantes de la consulta estarán con él, descontando algunos pocos terceros que quizás dieron su apoyo a Martha Lucía Ramírez como un voto contra Uribe. La posición de puntero le atraerá fuerzas parlamentarias que son “gobiernistas” por naturaleza y que no tienen candidato propio, como la U y los conservadores que, además, saben que el grueso de sus bases se inclina naturalmente hacia el Centro Democrático y que ya tienen en la alianza líderes naturales como el ex presidente Pastrana, Martha Lucía y Ordoñez. Por mucho que haya quienes, como Cepeda y Barguil, empujen hacia Vargas Lleras, el partido Conservador debería terminar con Duque.
Petro, en cambio, no tiene todos los 3.360.000 votos de su consulta. Entre ellos hay los que, si Fajardo llega a la primera, votarían por este y no por Petro. ¿Cuántos? Difícil saberlo, aunque ya hay muchos verdes que se movieron a donde el ex alcalde. Petro tiene, en todo caso, un desafío gigantesco. Con los votos de la consulta solo tiene asegurada su derrota en segunda vuelta. Su único chance está en conseguir el apoyo del grupo de Fajardo y el de los liberales. Pero ahí tiene tres obstáculos: unirse a Petro sepulta cualquier ambición futura de Fajardo y por tanto es improbable que Fajardo termine ahí, De la Calle está legalmente obligado a ir a primera vuelta, y en todo caso en la eventualidad de una alianza con Petro una franja de votantes liberales se resistiría y votaría con Duque.
Fajardo no parece tener oportunidad. En un escenario de polarización, no se acepta que no se asuman posiciones y la tibieza se castiga. El único camino posible es una alianza con De la Calle que, como señalé, es imposible legalmente antes de primera vuelta. Y conseguir que los abstencionistas participen masivamente. Altamente improbable. Más posible es que siga desmoronándose. En todo caso, los dos millones de votos de los Verdes y el Polo no le alcanzan, sin descontar a los muchos de ambos partidos que votarán a Petro.
La incógnita es Vargas Lleras. Cambio Radical es, sin duda, uno de los grandes ganadores en las parlamentarias, junto con el Centro Democrático. Germán espera que ese resultado de un impulso a su decaída candidatura. Pero no parece que ocurra. No consiguió que los conservadores o los liberales integraran su fórmula vicepresidencial. La escogencia de Pinzón solo transmite debilidad y la percepción de que son el equipo de Santos. Excepto que obtenga muchísima mermelada del Gobierno y la U se monte, la tiene complicada. Aun así, si a mediados de abril sigue perdido en las encuestas, la desbandada está asegurada.
Así las cosas, Duque va seguro. La pregunta es el nombre de su contendiente. Petro tiene ventaja, pero aún hay espacio para Fajardo, poco, y para Vargas, más, si logra consolidar apoyos de la U y conservadores.
Duque incluso podría ganar en primera vuelta, Le hacen falta dos y medio millones de votos, para llegar a los ocho millones y medio que le aseguran la Presidencia. Si hace público un compromiso programático de defensa de la familia, asegura el medio millón de los cristianos de Colombia Justa y Libres. Doscientos cincuenta mil están en la reserva activa de la Fuerza Pública, a la que hay que resolverle los enormes problemas del sistema de salud. Lo demás estarían en el apoyo formal del partido Conservador (asumo que cientos de miles de los dos millones que votaron azul en las parlamentarias sufragaron por Duque en la consulta) y en la U. O en Cambio Radical si, como parece, Vargas Lleras no despega.
¿Peligros? El triunfalismo. Y que Vargas Lleras resucite. La segunda vuelta Duque Vargas sería, de lejos, la más reñida y difícil.
Publicado: marzo 20 de 2018