Los escenarios académicos han sido objeto de encuentro para el debate y la sana crítica. No solo en Colombia, sino a lo largo y ancho de todo el planeta.
En Colombia, la academia siempre se ha caracterizado por abrir sus puertas a los diversos pensamientos y visiones de país, todo bajo el marco del respeto y los argumentos.
Por la Universidad del Cauca (Unicauca) han pasado diferentes personalidades de las más altas y diversas áreas del conocimiento. Han hecho presencia allí científicos, juristas, escritores, poetas, deportistas, artistas etc., etc. Pero de un tiempo para acá, el aula máxima se ha visto mancillada con la presencia de personalidades non sanctas, como lo son los máximos representantes de la barbarie en nuestro país. Terroristas, hoy de civil y que posan cual próceres, se han tomado nuestra Universidad, con el respaldo estudiantil y de las directivas universitarias, generando así en la juventud mayor ímpetu en lo que respecta a la apología de la impunidad producto del terrorismo.
Lo que en otrora era un lugar sagrado, hoy da vergüenza siquiera pisarlo. La historia del claustro universitario se vio manchada de sangre, sangre de millones de colombianos que hemos sido víctimas de las Farc.
Pero resulta llamativo saber que hace poco, durante la visita del presidente y senador Álvaro Uribe a Popayán, varios de esos jóvenes apasionados de las Farc se movilizaron para gritar sandeces en contra del presidente Uribe y así demostrar su nula capacidad mental y por ende argumentativa. Es decir, muchos de esos mentecatos se mostraron “fuertes” ante Uribe gritando arengas, pero esos mismos se dejan ver blanditos ante la violación de menores, el reclutamiento forzado, el narcotráfico, el secuestro, entre otros delitos execrables.
Y precisamente ese doble rasero es el que tiene a nuestro país más cerca del camino de Venezuela. Entristece sí ver a la juventud aplaudir a quienes cometieron asesinatos y secuestros. Uno como contemporáneo de ellos se pregunta: ¿para dónde vamos juventud?
Falta mayor cultura política, falta mayor educación sobre lo que fue Colombia antes del 2002, falta mayor estudio, mayor respeto y mayores argumentos.
Colombia debe salir de este letargo en el que se halla; la única forma es acompañando una propuesta joven para las elecciones a presidencia. Debemos volver a construir país sobre la base de la legalidad y no de la ilegalidad. Un voto consciente representa un mejor país.
Publicado: marzo 15 de 2018