Siempre hemos escuchado el argumento para desacreditar el Congreso de la República, y a sus congresistas: “el congreso es ilegítimo”. Lo dicen hasta los más destacados académicos, quienes por su estatus intelectual están obligados a ser rigurosos en sus exposiciones. Llamar ilegítimo al Congreso de la República es la forma expedita de ligarlo con la ilegalidad. Y lo hacen los opinadores, activistas políticos, periodistas y quienes juegan al descrédito institucional, mecanismo que alimenta los discursos de populistas, demagogos, caudillos modernos que pretenden estar por encima del Estado Social de Derecho que nos rige.
El 11 de marzo la participación ciudadana en las urnas rondo los 18 millones de votos, la más alta votación de la historia en elecciones de Congreso de la República (49% de participación del censo electoral), un verdadero sello de legitimidad democrática. El nuevo congreso tiene varias particularidades que permiten deducir que sus integrantes representan la Colombia actual. Políticamente, el Centro Democrático obtuvo la votación más alta como partido, y el senador Álvaro Uribe, la votación más alta como candidato. El Centro Democrático fue el partido que mayor crecimiento logró en votos en Senado y Cámara de Representantes, donde pasó de tener 12 curules a 32. El Centro Democrático es el partido ejemplo de trabajo colectivo, unidad ideológica y coherencia.
Los partidos Cambio Radical, Alianza Verde, son los otros ganadores de la jornada electoral al conquistar 16 y 10 curules en Senado. En la bancada de Cambio Radical se refleja los poderes regionales y el surgimiento de barones electorales como Didier Lobo, senador electo del departamento del Cesar, quien tiene como referente político haber sido alcalde de La Jagua de Ibirico, municipio productor de carbón y receptor de multimillonarios recursos en regalías. Por Cambio Radical llegan al Senado Rodrigo Lara, y los exgobernadores de Santander y Norte de Santander, Richard Aguilar y Edgar Díaz.
El Partido Conservador, en silencio sigue manteniendo su poder electoral. El Partido de Caro y Ospina es propiedad de desconocidos senadores en el contexto nacional y de opinión, pero fuertes y poderosos al momento de conseguir votos. La única figura rescatable de los elegidos es David Barguil, quien se esfuerza por marcar distancia en la forma y fondo de hacer política de senadores como Laureano Acuña. El Partido Conservador tendrá que llevar el inri de haber avalado la candidatura de Aida Merlano, quien es epicentro del peor escándalo de corrupción electoral.
Los resultados del Partido Liberal Colombiano son calamitosos. Perdieron representación en las dos corporaciones congresionales y el relevo generacional se limitó a la elección de Horacio José Serpa y Mauricio Gómez Amín, quienes tendrán que convivir con senadores polémicos y en la mira de las autoridades como Julián Bedoya.
El Partido de la U es el epicentro y referente del poder burocrático. Todos sus senadores son el resultado de la tradicional y perversa forma de hacer política. Solo Roy Barreras y Armando Benedetti, tienen figuración nacional en medios de comunicación, y también son ejemplo del cinismo macondiano. El Partido Verde de manera inteligente jugaron en estas elecciones con la figura de un hombre particular y extraño, Antanas Mockus. A pesar de sus dificultades de salud, casi calamitosa, logró conquistar más de 500 mil votos, lo que salvó la participación electoral de la lista.
La izquierda representativa y deliberativa mantuvo su representación en el Polo Democrático y en el recién creado partido de Gustavo Petro “decentes”. En el Polo Democrático se debe hacer especial referencia a la elección de Leonidas Gómez, quien a sus 70 años logro mantener voto de opinión entre los santandereanos para llegar al Senado con el respaldo de 85 mil votos, y estar por encima de Alexander López e Iván Cepeda, curtidos militantes de la izquierda.
Dos expresiones políticas nuevas llegan al Senado de la República, pero que representan la misma ideología cristiana, MIRA y Colombia Justa. Entre los dos partidos tendrán 6 Senadores que defenderán con todo su derecho su Fe. Bienvenidos.
Sin duda alguna el nuevo congreso tiene legitimidad política, ciudadana y democrática. En los diferentes partidos políticos existen senadores y representantes a la cámara que representa la diversidad política, cultural, económica, académica, social y sexual de la sociedad colombiana. No existe excusa para que este congreso no asuma con responsabilidad los retos y expectativas que pesan sobre ellos, y sobre el nuevo gobierno que nos disponemos a elegir. Es tan variado y novedosos y legítimo este congreso que tendrán asiento las Farc, partido que no alcanzó ni la voluntad popular. Todo por la democracia.
Publicado: marzo 26 de 2018