El pasado fin de semana, el candidato a la presidencia, Alejandro Ordóñez estuvo en la ciudad de Miami, atendiendo una muy completa agenda política. Al final de la misma, participó en un nutrido evento al que concurrió un importante número de colombianos, simpatizantes de su aspiración política.
El discurso de Ordóñez es claro e irrebatible. No se va por las ramas, no evade pregunta y plantea asuntos de fondo con argumentos sólidos. Si algo le ha permitido al exprocurador consolidar el nicho de ciudadanos que lo respalda es, precisamente, la contundencia con la que transmite sus mensajes. Ordóñez no le dice a la gente lo que ésta quiere oír ni posa para ser “políticamente correcto”. Con él sucede algo muy parecido a que lo que pasaba con Álvaro Uribe cuando aspiró a la presidencia de la República en 2002: era el candidato que decía descarnadamente cuál era el camino que debía adoptar Colombia.
Ordóñez ha manejado un discurso diferenciador frente a Marta Lucía Ramírez su inmediata rival, en el entendido de que ambos son de origen conservador –Marta Lucía, al menos lo es en apariencia, habida cuenta de que en 2014 buscó la presidencia avalada por la colectividad de Caro y Ospina-. Ella, carente de argumentos para controvertirlo, se ha limitado a calificarlo como “extremista”. Ordóñez, hábilmente le ha respondido diciéndole que pedir cárcel para los genocidas de las Farc no es extremismo, o exigir que se respete la vida desde el mismo instante de la concepción, no puede ser extremismo.
Curioso entonces que la doctora Ramírez, que tiene tantas diferencias con Ordóñez, se haya resistido a participar en un debate cara a cara con él, antes de las elecciones del 11 de marzo.
En su intervención en Miami, Ordóñez repitió su propuesta política y aclaró dudas planteadas por los ciudadanos que se hicieron presentes en el evento. Dejó claro cuál será la posición de Colombia frente a las dictaduras de Venezuela y Cuba en caso de ser elegido presidente de la República y aseguró que de ganar las elecciones, convocará a una asamblea nacional constituyente la cual tendrá el mandato ciudadano de desmontar el acuerdo celebrado entre Juan Manuel Santos y el grupo terrorista de las Farc. Ratificó que el pueblo, a través del plebiscito del 2 de octubre de 2016, votó mayoritariamente por el NO y, en palabras suyas, “no, es no y punto”.
Ordóñez es un jugador duro de cara a las elecciones. Es un candidato con discurso, con posiciones firmes y, sobre todo, con un importante número de seguidores que no solo creen y comparten sus ideas, sino que son activos en el proselitismo. Si bien Ordóñez llegará al 11 de marzo sin una lista al congreso que lo respalde, ha sabido suplir esa falta a través del afianzamiento de una importante corriente ciudadana que se la juega a fondo por sus propuestas. Se trata de personas que aplauden que Ordoñez sea un político que diga lo que piensa y haga lo que dice.
Publicado: febrero 26 de 2018