La falta de planeación del gobierno se ve perfectamente reflejada en la absurda y delicada decisión de cerrar la vía que une a la llanura colombiana con Bogotá, por cuenta del puente de Chirajara, el cual está a punto de terminar de colapsar, de acuerdo con el concepto de algunos expertos.
El ministro de Transporte, Germán Cardona, alegando que quiere evitar una tragedia en caso de que se desplome el pedazo de puente que aún está en pie, resolvió clausurar la carretera, sin haber previamente adoptado medidas de contingencia para atender el caos que genera esa decisión. La gobernadora del Meta no fue avisada y se enteró de la determinación por los medios de comunicación.
Los habitantes del Meta son los grandes perjudicados por ese cierre, pues la economía de ese departamento se verá letalmente afectada. El tramo entre Bogotá y Villavicencio, que es de poco más de 100 kilómetros, se cubre en alrededor de dos horas. Con el cierre de la carretera, será necesario utilizar una vía alterna que se encuentra en pésimas condiciones y cuyo recorrido toma más de 8 horas. Aquello, simple y llanamente llevará a la quiebra a los transportadores y liquidará de una vez el turismo en esa región.
El gobierno, temeroso por no querer incomodar al concesionario del puente desplomado, que como se sabe es el industrial gobiernista Luis Carlos Sarmiento, ha evitado descargar la responsabilidad en él.
No hay duda de un error de diseño fue el causante del derrumbamiento del puente. Ha quedado descartado por parte de la fiscalía general de la nación que la tragedia haya sido producida por un movimiento telúrico. Así las cosas, el responsable y quien debe asumir la totalidad de las consecuencias es, precisamente, la empresa que tiene la concesión y es natural que Santos quiera ayudarle al empresario que más lo ha defendido y quien en buena medida ha facilitado su permanencia en el poder.
El costo de esa decisión es desproporcionadamente alto. Santos y el ministro Cardona se están llevando por delante la economía de todo un departamento. Razón no les falta a la gobernadora del Meta y al alcalde de Villavicencio, quienes en un comunicado aseveraron que “esta determinación, tomada de forma inconsulta con las autoridades regionales, es un nuevo atropello a los intereses de todos los llaneros y lesiona de manera grave los destellos de recuperación de la economía que ya empezaban a vislumbrarse en el territorio”.
Encerrados en sus suntuosas oficinas bogotanas, Santos y Cardona, toman decisiones que afectan irremediablemente a millones de colombianos. Con ese cierre que amenaza con llevar a la ruina a toda una región de nuestro país sólo hay un ganador: el concesionario, Luis Carlos Sarmiento.
La frontera con Venezuela
A lo largo de los últimos dos años, desde el Centro Democrático, se le había advertido al gobierno sobre la tragedia humanitaria que se está viviendo en el Norte de Santander por cuenta el flujo masivo de ciudadanos venezolanos que están llegando a nuestro país, huyendo de la dictadura de Nicolás Maduro.
Santos, por temor a desagradar al régimen corrupto, ilegítimo y criminal de Venezuela no tomó ninguna medida respecto de la grave crisis que se está viviendo en el nororiente colombiano.
Es evidente que las Farc también tenían mucho interés en que el asunto fuera tratado con la discreción que el Ejecutivo ha venido observando.
Cuando el asunto está a punto de estallar y en Cúcuta se padece una crisis gigantesca, la ministra de relaciones exteriores ahora sí resolvió darse cuenta de la tragedia para empezar, cuando el problema se encuentra perfectamente desbordado, a buscar una solución que claramente no será posible encontrar.
Ante momentos críticos como el derrumbe del puente de la carretera entre la capital colombiana y los llanos orientales y la crisis humanitaria que se vive en la frontera colombo-venezolana, el Ejecutivo ha dejado en evidencia su incapacidad. La debacle del gobierno, eliminó la capacidad de acción y reacción del presidente y de sus ministros, agobiados por la creciente impopularidad y la ira del pueblo que no ve la hora en que Santos y sus secuaces abandonen la Casa de Nariño.
Publicado: febrero 2 de 2018