El hampa mueve sus fortunas en efectivo. Gracias a los controles cada vez más rigurosos establecidos por el sistema financiero, se dificulta inyectar cantidades significativas de dinero sin que se enciendan las alarmas.
El caso de los supermercados Spercundi, recientemente incautados por la fiscalía, confirma que las Farc tienen estructuras financieras ilegales funcionando en todo el país. Aquella lavandería de dólares seguramente no es la única con la que cuenta esa organización criminal.
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Hay que perseguir el dinero de las Farc, al precio que sea, pero también identificar la manera de hacer que todo el dinero que tienen en efectivo, escondido en sus caletas, pierda valor.
En el año 1994, un grupo de atracadores saquearon la bóveda de la sede del banco de la República en la ciudad de Valledupar, hurtando más de $24 mil millones de pesos de la época.
En aquel entonces, el billete de mayor denominación era de $10 mil pesos.
Los efectos de aquel robo debían ser mitigados acudiendo a todas las herramientas posibles. Una de ellas fue, precisamente, la de cambiar el arte de los billetes de $10 mil, $5 mil y $2 mil pesos, para dejar sin efectos la circulación del grueso del dinero robado en Valledupar.
En estos días, el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez ha propuesto una solución similar a la adoptada en su momento para hacerle frente al robo en Valledupar, pero con un objetivo distinto: dejar sin valor alguno la fortuna que en efectivo tienen escondida los cabecillas de las Farc, fortuna con la que pueden alterar el libre desarrollo democrático de nuestro país, pues resulta evidente que buena parte de ese dinero que no fue devuelto en el momento de la firma del acuerdo con el gobierno, será destinado a la consolidación regional del nuevo partido político que surgió como consecuencia del pacto Santos-Timochenko.
De acuerdo con la iniciativa del fiscal, debería ponerse en marcha cuanto antes el archivado proyecto de quitarle ceros a la moneda colombiana. Aquella iniciativa, con la que se pretende simplificar los sistemas contables colombianos, de paso servirá para llevar a ceros la fabulosa riqueza de los terroristas. Nada valdrán las toneladas de billetes que Timochenko y sus secuaces tienen escondidos en las selvas colombianas, pues les será imposible llegar con ellas a una sucursal bancaria para pedir un cambio por los nuevos billetes.
El dinero de las Farc debe ser destinado, en su totalidad, a la reparación de las víctimas. Cuando presentaron su inventario de bienes para cumplir con ese propósito, alegaron que sólo tenían unos traperos, un par de baldes, algunos rollos de papel higiénico y nada más. Desde ese instante, se supo que estaban mintiendo y el fiscal Néstor Humberto Martínez, con decisiones como las recientes en contra de Supercundi, se ha encargado de demostrarlo con pruebas que resultan incontrovertibles.
Ahora, hay que pasar a la siguiente fase. Sin abandonar la incautación de los bienes que la guerrilla tiene a nombre de sus testaferros, debe procederse a materializar el proyecto propuesto por el fiscal general y cambiar, cuanto antes, la moneda colombiana. Aquel, será un golpe letal a la estructura financiera de los terroristas.
Publicado: febrero 26 de 2018