Pareciera que La Guajira está condenada a ser gobernada por las casas políticas más corruptas y cuestionadas de ese departamento.
La familia Deluque, esa misma que heredó el caudal electoral del extraditado exsenador Santander Lopesierra, conocido con el alias del Hombre Marlboro, a pesar de los escándalos en que se ha visto involucrada sigue ostentando un poder increíble en la región.
Hace un año y medio, la corte suprema de justicia condenó a 9 años de cárcel al exgobernador de La Guajira, Hernando Nando Deluque, quien fue hallado culpable por los delitos de celebración indebida de contratos y peculado por apropiación.
La investigación se produjo, luego de que la comunidad denunciara sobrecostos e irregularidades en las obras de mantenimiento de la malla vial de ese departamento y en la construcción de un colegio público en la ciudad de Riohacha, mientras Deluque –cuya elección fue anulada por haber sido ilegal- era gobernador.
Apelando a la vieja fórmula de que “los delitos de sangre no existen”, el hijo del exgobernador Deluque, Alfredo, se quedó administrando el caudal electoral de la familia y gracias a eso, logró llegar, avalado por el desprestigiado partido de La U, a la cámara de representantes, corporación que presidió entre los años 2015 y 2016.
Es cierto que al congresista Deluque no le cabe responsabilidad alguna por los delitos cometido por su padre, quien desde la cárcel continúa ejerciendo un significativo liderazgo político. Pero no es menos cierto que el origen de los votos de los Deluque, herederos de una corriente política cuestionada por hechos probados de corrupción, están manchados.
Pero no solo eso. Un paramilitar desmovilizado del bloque denominado “escorpión”, confesó ante la justicia colombiana que la persona que facilitó la llegada de las AUC a La Guajira, fue, precisamente, el exgobernador Deluque, padre de Alfredo.
Como si nada de eso importara, el hoy representante a la Cámara, Alfredo Deluque, aspira a ser reelegido el próximo 11 de marzo. Es muy posible que, gracias a los votos de su padre, logre su cometido y se quede con una de las 2 curules que le corresponden a La Guajira.
Deluque se sentirá ganador, pero su departamento, asfixiado por la corrupción, la politiquería y el accionar del crimen organizado, sufrirá las consecuencias por delegar su representación en la cámara en una persona que responde a los intereses de una cuestionada casa política y no a los de la comunidad.
Publicado: febrero 9 de 2018