Se pusieron a jugar con fuego y es posible que nos quememos todos. Todavía la gran masa de población no ha dimensionado lo que se cierne sobre nuestras cabezas, como una espada de Damocles.
El peligro está a la vuelta de la esquina. Montado sobre la estrategia distractora y poderosa de tener todo a su favor: la prensa y los medios capitalinos abyectos, el inefable poder judicial, el indeclinable apoyo de la izquierda mundial, George Soros, los muchos millones de dólares de la Farc, listos para ser usados en la compra de conciencias, y con la capacidad de corromper al más incorruptible, la de algunos intelectuales colombianos, la mamerteria nacional, el inconformismo general, el cansancio de tanta corrupción (sin imaginar que lo se puede venir es exponencialmente más corrupto), el narcotráfico en su esplendor, las disidencias de la Farc y el ELN como brazo militar, el jet set nacional en la solemnidad de su rumba mientras el país se derrumba y poco les importa, el caduco y desmembrado ejército nacional. Pero sobre todo el parapeto bien montado de tener varias candidaturas engañosas; De la Calle, Fajardo, Timochenko, Clara López, Piedad Córdoba, cuando el verdadero peligro a tener en cuenta es al indescriptible e ineficiente exalcalde de Bogotá Gustavo Petro.
La suerte está echada y el pueblo ya bastante resentido, y ante tanta confusión es posible se equivoque ante la crucial decisión que debe tomar. Mientras tanto el centro derecho se divide en sus incoherencias, falta de sindéresis y sentido patrio, ante el inminente descalabro que se nos puede venir. Quienes todavía no han decidido, y creo que tardíamente un candidato único. Con el inmenso inconveniente que el candidato Vargas Lleras parecería no se une sino se unen en torno a él.
Mientras también el rechazo hacia la Farc es total en casi todos los rincones de la patria. En el centro de la geografía nacional donde existe el mejor nivel de vida de Colombia los hacharon como perros sarnosos. En el sur que es el ámbito de sus desmanes y la de las zonas más pobres del país también los sacaron. Pero da sorna y encono que el candidato De la Calle reclame que el nivel de insultos para algunos aspirantes incluido él, es muy alto, por lo que invita a sus competidores a ser respetuosos y decentes con los otros sin importar las diferencias ideológicas.
Pero no se acuerda el señor De la Calle cuando los secuestrados pedían clemencia encerados en las mazmorras medievales del Mono Jojoi. O del niño bañado en lágrimas, pidiendo cordura ante el cuerpo inerte de su padre. O la señora con el collar bomba en el cuello esperando su estallido. O del niño que murió de cáncer y les pidió misericordia para poder despedirse de su padre secuestrado. O del Santrich cuando le preguntaron si pedirían perdón a las víctimas, y responde con el canto del bolero; quizás, quizás, quizás. No se acuerda señor De la Calle cuando los jefes Farianos respondían que eso eran gajes del oficio de la guerra y que la revolución no conoce de sentimientos vanos. Por favor no reclame nada, sea más coherente.
Publicado: febrero 8 de 2018