Por: Fabián Gonzalo Rosas Pereira #ColumnistaInvitado
La actual campaña electoral se está viviendo en medio de una oleada de actos terroristas del ELN en varios municipios del país y la facilidad con la que el populismo de Gustavo Petro ha logrado cautivar a muchos colombianos con promesas incumplibles y hasta irresponsables, que hoy lo tienen trepado en las encuestas.
Por una parte, durante el cese al fuego con el ELN fueron varias las veces en que esta guerrilla no cumplió lo acordado y volvió a atacar a la población civil. Una vez terminada la ‘tregua’ se dedicaron a volver a sembrar el terror, con especial virulencia. Comenzaron con el atentado a la Policía en Barranquilla y más recientemente decretaron un paro armado nacional que ya ha dejado varios actos de terrorismo en algunos municipios de la Costa Caribe.
La respuesta del Gobierno Santos ha sido suspender las negociaciones con ese grupo terrorista. Una reacción del momento, que en nada cambia la situación que vive la fuerza pública, acorralada por los elenos.
Colombia necesita un Gobierno que ponga por encima de todo el bienestar de sus ciudadanos. Un Gobierno que no claudique ante los intereses del terrorismo, ni se amilane al momento de usar la fuerza legítima del Estado para doblegar a los violentos. Necesitamos que vuelva a imperar el orden, el respeto por las instituciones, el sometimiento a la justicia. Necesitamos un Presidente comprometido con recuperar la bandera de la seguridad para todos los colombianos de bien que no queremos vivir con miedo.
De otro lado, asoma con fuerza el fantasma del castro-chavismo, cuyo principal y más fiel representante es Gustavo Petro, el mismo que hoy, contra toda lógica, aparece punteando en las más recientes encuestas de opinión.
La estrategia de Petro es sencilla y efectiva: captar el voto de los indignados a punta de labia, prometiendo lo que no puede cumplir, endulzando el oído de los incautos. En pocas palabras, vender humo.
La política hay que aprender a leerla entre líneas. Resulta fácil dejarse llevar por la emoción del momento, por el discurso de calle, por el populismo de siempre. Pero detrás del telón hay siempre una realidad oculta. Lo que ha dicho Gustavo Petro hasta ahora, lo que ha prometido en la plaza pública, de lograrlo, conduciría a Colombia hacia un abismo inevitable.
La reforma pensional, un asunto que le va a tocar sortear al próximo gobierno, si bien no es un tema de campaña por su impopularidad, sí es importante que se asuma con prudencia y sobre todo, con responsabilidad en las finanzas públicas. En la ‘Colombia Humana’ de Petro, la solución es acabar de un tajo con el sistema, subsidiar todo cuanto sea posible y darle contentillo a la población más vulnerable.
Asusta su desconocimiento de las políticas públicas en materia económica, y sobre todo, el populismo rampante que caracteriza a su discurso, con el cual ha logrado congregar a una parte importante de la sociedad colombiana que aún no ha comprendido que la suya, es una invitación a saltar al vacío.
Bonus Extra 1: Tiene suerte Timochenko que sólo sean huevos lo que le lance la gente en la calle. A las víctimas de las Farc no les fue tan bien.
Bonus Extra 2: Muy cómica la carta de Santos a su sucesor. En una suerte de testamento político quiso dejar un legado que hoy nadie quiere aceptar.
Publicado: febrero 21 de 2018