El propósito central de los enemigos del presidente Uribe para este año 2018, es el de encarcelarlo al precio que sea. Desde el primer día del año, se ha visto cómo, desde distintos frentes, se ha redoblado el calibre de los misiles lanzados en contra del exmandatario colombiano.
Es claro que muchos de los ataques se han venido cocinando a fuego lento desde muchos años y los autores de los mismos esperaron a que la campaña electoral estuviera en pleno fervor para ponerlos en marcha.
Lo de la corte suprema de justicia es un monumento a la iniquidad. Uribe denunció a Iván Cepeda, conocido de autos por sus múltiples visitas a las cárceles colombianas donde busca “testigos” contra el expresidente, a quienes les ofrece toda suerte de privilegios y beneficios. Está probado que por lo menos en un caso, la familia de uno de esos “testigos” recibió dinero a través de una ONG cercana a Cepeda.
La denuncia de Uribe estaba perfectamente documentada y soportada. La corte suprema en una decisión que es absolutamente cuestionable, donde no quiso revisar el caso en su integridad, desoyendo el testimonio de personas clave que tienen cómo comprobar que Cepeda es en efecto el jefe de un cartel de falsos testigos en Colombia, decidió archivar la investigación contra el jefe de la izquierda radical en nuestro país y abrir una en contra del denunciante, algo verdaderamente insólito.
Uribe, que es víctima de las sucias artimañas de Iván Cepeda, terminó convertido en victimario por denunciarlas, viraje que confirma que la corte suprema, cuestionada por estar corrompida hasta sus más profundas raíces, es un cuartel de persecuciones políticas, donde la justicia fue desplazada hace muchos años por la militancia ideológica de quienes integran ese tribunal.
Abundan las evidencias sobre la manera como Cepeda ha manipulado testigos. Eso no lo puede negar la corte. Aquellas personas que lo han confirmado, no han sido ni mucho menos manipulados por el presidente Uribe. Se trata de personas que, tal y como se oye en las intervenciones telefónicas convenientemente filtradas por la propia corte suprema, se muestran dispuestas a confirmar ante la justicia los ilícitos cometidos por Cepeda.
El antecedente que sienta esta investigación iniciada por la corte contra el presidente Uribe es nefando: cuando una víctima de un delito busque testigos para que confirmen el complot urdido en su contra, no solo se arriesga a que su victimario quede impune, sino a terminar él –la víctima- tras las rejas.
La corte suprema quiere meter a Uribe a la cárcel. Ese es su objetivo. Este montaje, no es una cosa nueva, ni hecha a la carrera. Hace más de 3 años han preparado el entramado para darle un viso de supuesta “investigación” profunda. Ya hay círculos en los que se dice con total desvergüenza que en los próximos días el presidente Uribe será llamado a indagatoria y que en esa misma diligencia podrá resolverse su situación jurídica, es decir, definiendo si es cobijado o no con medida de aseguramiento.
La irresponsabilidad de esos magistrados, muchos de ellos compinches de los corruptos Leonidas Bustos y Gustavo Malo, es absoluta. ¿Cómo se les ocurre perseguir de esa forma a quien lidera la oposición en Colombia? ¿No son capaces de medir las consecuencias del burdo montaje que han hecho? Colombia está irremediablemente fracturada y en consecuencia polarizada. Urdir montajes como este último contra el presidente Uribe tiene un efecto directo sobre la crisis nacional y profundizará la polarización.
Es un hecho que el Centro Democrático será la primera fuerza política en el Senado, en las elecciones del próximo 11 de marzo. Se equivocan los magistrados de la corte, al creer que esas investigaciones espurias, llenas de falsedades y con un evidente ánimo de retaliación, van a impedir la victoria del CD en las urnas. Al contrario: aquello motiva a que sean muchos más los colombianos que, en un gesto de respaldo a la víctima –el presidente Uribe- se vuelquen a las urnas a depositar su voto por él.
Publicado: febrero 26 de 2018