En una decisión evidentemente prevaricadora y politiquera, la corte suprema de justicia, esa misma en la que se venden fallos por miles de millones de pesos, convirtió al presidente Uribe de víctima a victimario en el caso de los falsos testigos que en los últimos años le ha montado el senador comunista Iván Cepeda Castro.
Desde hace mucho, se descubrió que Cepeda, obsesionado con ver a Uribe preso o muerto, visitó distintas cárceles del país procurando conseguir falsos testigos que declararan en contra del expresidente de la República y de su hermano, el ganadero Santiago Uribe Vélez.
Ofreciendo beneficios de todo tipo, Cepeda logró que dos forajidos, Pablo Hernán Sierra y Juan Pablo Monsalve rindieran falso testimonio en contra de Uribe y su hermano, con lo que se buscó vincularlos con actividades ilegales de estructuras armadas al margen de la ley.
Pero las evidencias y los hechos, dejan sin piso el decir mentiroso de los testigos prefabricados por Iván Cepeda Castro que aseguran que el exmandatario forjó en una hacienda de su familia –Guacharacas– una estructura paramilitar.
Está probado que desde el día en que la banda terrorista Farc asesinó al padre del expresidente Uribe en esa finca, hecho que ocurrió el 14 de junio de 1983, él no volvió a aquel lugar y ello es perfectamente verificable gracias a que desde hace más de 30 años Uribe Vélez cuenta con acompañamiento permanente de escoltas oficiales, proveídos por el Estado colombiano, escoltas que pueden certificar la totalidad de sus movimientos y desplazamientos.
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A lo largo de la dilatada investigación que avocó la corte suprema de justicia, entidad cuyos magistrados estaban interesados en forrarse de dinero cobrando fabulosas sumas de dinero a los políticos investigados por ellos, el presidente Uribe allegó todas las pruebas que confirman que efectivamente Cepeda es el jefe de una banda de falsos testigos encargados de incriminar a dirigentes que han enfrentado desde la democracia a los terroristas de las Farc, por quienes él –Cepeda- siente una evidente simpatía.
De manera exótica y hasta risible, la corte no solo se inhibió de investigar formalmente a Cepeda -seguramente para no irritar a las Farc-, sino que le dio la vuelta al asunto y en un santiamén resolvió dejar a Uribe en condición de sospechoso bajo la tesis absurda de que él fue quien estuvo buscando testigos para incriminar a Cepeda.
A las cosas hay que llamarlas por su nombre: los 9 magistrados de la sala penal de la corte suprema de justicia, sin excepción alguna, están bajo sospecha por cuenta del escándalo del denominado cartel de la toga. Todos ellos eran compinches o recomendados de los bandidos Leonidas Bustos y Gustavo Malo. Desde hace más de 5 años se ha sabido que en esa sala penal se venden los fallos y ningún magistrado alzó su voz para denunciarlo. O son culpables por omisión o por acción, pues no se sabe realmente cuántos de ellos se quedaron con parte de los botines que se recaudaban por concepto de los sobornos.
Ahora bien: desde que Uribe descubrió el complot urdido en su contra por parte de Cepeda, se ha dado a la tarea de desmontarlo y para ello le ha pedido pública y privadamente a quienes tengan información sobre la forma corrupta como ha procedido Cepeda que se lo revelen a la justicia. ¿Pedir que se devele un montaje puede ser considerado como un comportamiento delictivo? Obviamente no, pero tratándose de Uribe quien se proyecta como el gran ganador en las elecciones venideras, la corte suprema de justicia que desde hace mucho tiempo se convirtió en una vulgar cueva criminal, hará hasta lo imposible para atajar a Uribe y a su partido, el Centro Democrático. En consecuencia, la respuesta debe ser similar a la que se observó durante el plebiscito del 2 de octubre de 2016: entre más rastreros y canallas sean los ataques, más abultado debe ser el número de votos que se depositen a favor de Uribe. Está en manos del pueblo, demostrarle a esos sujetos que deshonran a la majestad de la justicia que ellos, con sus decisiones abiertamente ilegales, no doblegarán a un pueblo que no soporta más a los corruptos que se esconden detrás de unas togas.
Publicado: febrero 19 de 2018