Esta semana Juan Manuel Santos le ordenó a la mesa de negociación encabezada por Gustavo Bell que regresara a Bogotá tras la oleada de atentados del ELN en varias regiones de Colombia. Santos, que después de ganarse el Nóbel parece estar haciendo mérito para ganarse el Oscar, le ordenó, con voz de bravucón, a las Fuerzas Armadas actuar con contundencia para responder a la agresión y proteger la vida y honra de los colombianos.
Estoy segura de que a la mayoría de colombianos que vimos ese nuevo montaje escénico de Santos nos hubiera gustado creerlo, pero, conociendo el récord de mentiras, que podrían llenar las páginas de un libro psiquiátrico de mitomanía, sería una verdadera majadería caer en otra.
La historia de la negociación con las Farc se está repitiendo ahora con el ELN, una guerrilla que terminando el gobierno de Álvaro Uribe Vélez estaba tan diezmada que tocaba buscarlas en Google para saber quienes eran. El ELN está siguiendo al pie de la letra el manual escrito por las Farc de cómo se negocia con Santos. Y es que para poder justificar la entrega del país (o lo que queda de él) ante el pueblo colombiano y la engañada comunidad internacional tienen que vender la imagen de que el ELN tiene la capacidad de derrocar al gobierno y de que la única forma de detenerlos es otorgándoles impunidad de sus atroces crímenes y darles poder político mientras que de paso se les permite lavar su fortuna. De nuevo un puñado de bandidos acostumbrados a hacer lo que se les viene en gana y desacostumbrados al mundo democrático e institucional van a llevarse un bocado de país para inflar el ego del primer mandatario.
El cese bilateral ofrecido por Santos durante ambas negociaciones rompe con el mandato constitucional que tienen las Fuerzas Armadas de defender la honra y vida de los colombianos. Atarles los fusiles a nuestros soldados mientras que los bandidos siguen delinquiendo raya con la traición a la Patria. El hecho de que no se le obligue a la guerrilla a concentrarse en un territorio específico trae como consecuencia que sigan delinquiendo y que ese accionar delincuencial se dirija en contra de los ciudadanos de bien. Me explico: los guerrilleros, como cualquier ser humano, tienen necesidades básicas consistentes en alimentación, salud etc., y, si durante la negociación ellos no están concentrados, censados, controlados y mantenidos por el Estado, tendrán la excusa para seguir delinquiendo porque ninguno se ha reintegrado a la vida civil. Cuando el ELN delinque, aparte de hacerlo mediante el negocio ilícito de la droga, lo hace en contra del campesino al que le roba la vaquita, el pequeño empresario al que extorsionan, el ciudadano que secuestran por motivos extorsivos y como además tienen que mostrar que son un “ejército” en crecimiento tendrán que seguir reclutando a nuestros menores de edad como lo han venido haciendo durante estos meses de negociación. El cese bilateral lo único que logra es poner en estado de indefensión al ciudadano de bien, al campesino, al empresario y al menor de edad, arrodillando al Estado y poniéndolo al mismo nivel de los bandidos.
Lamentablemente en Colombia nos estamos acostumbrando a escenas que en otros países serían inimaginables. Hace una semana se viralizó un video en el cual unos supuestos campesinos en franco desafío a nuestra Fuerza Pública los increparon y llegaron hasta el punto de ponerle un machete en el cuello a uno de los soldados. No faltó el idiota útil que criticara que uno de los soldados haya hecho unos tiros al piso para que los campesinos mantuvieran la distancia. Cuando la crítica se debió centrar en que esos campesinos han debido ser retenidos inmediatamente y puestos a disposición de la ley.
Juan Manuel Santos y el ELN están repitiendo el mismo modus operandi de la negociación con las Farc, y así mientras más peligroso se vea el ELN más atribuciones recibirán en el acuerdo final. El “love” entre Santos y el ELN no terminado, la pantomima durará poco porque ellos saben que el reloj está galopando y la única forma de ganarse el Baloto que se ganó las Farc será posible mientras Santos sea presidente. Lo único que Santos no va a repetir es buscar que el pueblo refrende el adefesio que salga de Quito porque si la vez pasada la respuesta fue No, esta vez ese No sería más rotundo. Esperamos que el pueblo colombiano salga masivamente a las urnas a elegir al candidato que pueda enderezar la escoliosis que le metió Santos a la columna vertebral de nuestro País.
Publicado: enero 12 de 2018