Mal, muy mal han quedado ante la ciudadanía honrada los candidatos a la Presidencia de la República que se inscribieron por recolección de firmas. Como mendigos que recogieron las limosnas de los transeúntes, contrataron distintas empresas de publicidad o similares, pagaron caro por cada firma obtenida al llamado de universitarios, algunos simpatizantes del candidato, pero la mayoría simple e ignorante del sujeto y la campaña que promocionaban.
La tarea recolectora de firmas se considera como una actividad prematura, no regida por la ley, pero que en la práctica es un adelanto de las campañas regladas. Necesitaban 396 mil firmas, al menos, para ser legalmente candidatos de un grupo de ciudadanos que los postularan ante las autoridades pertinentes. Como cazadores de mariposas que volando van por calles y avenidas, pueblos y ciudades, cazaron firmas a montón, millonarias, puestas luego a disposición de la Registraduría que, según su informe, utilizó la labor conspicua y de ojimetría aguda de 700 técnicos grafólogos y expertos en delitos documentales. Y como estamos sobrepasados de individuos generosos o tontos, firmaron desde verdaderos electores hasta la gaminería amorfa.
Los resultados del examen triplican los costos de cada firma capturada y demuestran la falta de honestidad de la ciudadanía y quizás del ente privado recolector. Los aspavientos y vivas a los postulados quedaron unos reducidos a cenizas y otros a un imponderable, pues la poda de las firmas realizada por falsas o erróneas señalan que no puede confiarse en unos firmantes que se regalan por mofa o por liberalidad, pero no los compromete.
Los que quedaron en cenizas, de 11 que se metieron en esta puja, 3 perdieron sus pesos invertidos: el general ® Jaime Mendieta, Frank Pearl y Jairo Clopatofsky. Los demás motilados con sus firmas anuladas por falsas o erróneas: Vargas Lleras de 5.522.088, quedó con 2.752.287 o sea el 51% menos; Ordoñez presentó 2.208.543, quedó con 841.460, e sea 57% menos. Petro inscribió 852.345 y quedó con 550.337, es decir 35% menos. Piedad Córdoba recogió 1.316.386 y solo quedó con 836.790, 36.4% menos. Carlos Caicedo 2.058.720 firmas recolectadas para un total definitivo de 885.599, con una anulación de la inverosímil novatada del 57%. Pinzón puso 869.250 firmas para quedar con 569.042, vale decir anuladas el 34.5% y Sergio Fajardo 1.019.341 firmas para un 674.471, una poda del 33.8%.
Comparemos con 48 millones de habitantes cuyo número de votantes alcanza aproximadamente a 24 millones. No ha pasado nada, salvo uno que otro nombre del partido o movimiento inscriptor: Marta Lucía Ramírez candidata del partido “Por una Colombia honesta y fuerte”, más le serviría este nombre a un equipo de boxeo o lucha libre. Ordoñez con el partido “Colombia de pie”, cuando todos estamos sentados esperando que ponga los pies en tierra. De Germán Vargas no se podía esperar mejor emblema para su ego al cuadrado: “Mejor Vargas Lleras”.
A falta de partidos, buenas son las firmas falsas en un país de analfabetos políticos o de vendedores de cédulas al menudeo como en la costa caribe. Por eso son mejores las firmas: no cobran por ellas, porque a nadie se la niegan. Y como no son documentos públicos, a nadie le importa la falsedad, la impostura. Y menos a los candidatos que juegan con estos dados cargados.