Parece que no existe un solo lugar por el que Córdoba no haya sido saqueado. El paso de los últimos gobernadores, ha sido sinónimo de defraudación y robo. Como se ha denunciado desde LOS IRREVERENTES, ese departamento ha sido víctima de la corrupción por todos los frentes.
El escándalo más grande, se dio por cuenta del robo al fondo de prestaciones del magisterio, calculado en cerca de $400 mil millones de pesos. En ese caso, está vinculado el senador Armando Benedetti, quien fue delatado por una de las personas que en este momento se encuentra privada de la libertad, razón por la que la corte suprema de justicia adelanta una investigación en contra de ese congresista.
- Sobre ese caso, revelado por LOS IRREVERENTES, le recomendamos leer Involucran a Benedetti con desfalco a la educación.
Otro de los casos, el del denominado “cartel de la hemofilia”, involucra al cuestionado exgobernador Alejandro Lyons, quien ya confesó haber recibido sobornos por $4 mil millones de pesos. En sus declaraciones a los medios de comunicación –específicamente a la emisora W Radio– y a la fiscalía general de la nación, Lyons reveló que parte de dicho soborno le fue entregado a los hermanos Besaile, para efectos de financiar la campaña del actual gobernador, Edwin Besaile, quien hace pocos días fue suspendido de su cargo y llamado a imputación de cargos por parte de la fiscalía general de la nación.
La corrupción en cualquier caso debe ser sancionada penal y socialmente. Pero el hecho de que la banda de criminales que ha tenido el control de Córdoba haya echado mano de los recursos de la salud y de la educación de la comunidad más pobre, merece un castigo aún más severo.
Como si aquello fuera poco, el procurador general de la nación, hizo una escandalosa revelación: los mismos que idearon la creación de falsos hemofílicos para defraudar las arcas cordobesas, llevaron una operación similar con falsos pacientes de sida.
En criterio del ministerio público, se ha podido documentar la existencia de por lo menos 800 falsos pacientes de sida, quienes aparecían como beneficiarios de los costosos tratamientos médicos para enfrentar ese virus mortal.
Si con el cartel de la hemofilia se perdieron cerca de $50 mil millones de pesos, con el del sida es posible que la cifra llegue a ser del doble.
Los corruptos que vieron en los recursos de la salud una mina de oro, no tuvieron límite alguno para robar. Existen evidencias de falsos pacientes –muchos de ellos personas que ya están muertas- que eran presentados con síndrome de Down. Igualmente, como lo reveló este portal en mayo del año pasado, también crearon un cartel de cajas de dientes.
Mientras los políticos inescrupulosos se quedaban con miles de millones de pesos, los habitantes de Córdoba padecían los rigores de un pésimo servicio de salud. Los verdaderos enfermos, no tienen acceso a los medicamentos y a los tratamientos que requieren para atender sus dolencias.
- Sobre los múltiples carteles que se inventaron en Córdoba para robarse los recursos de la salud, le recomendamos leer La batida.
Los involucrados en este desfalco que ya han sido atrapados, están en la obligación de revelar todo, de poner en evidencia sus cómplices, sin cálculos ni verdades a medias. Como en todos los casos de delación, existe el riesgo de que, por razones políticas y más ahora que estamos en tiempo de elecciones, terminen enredadas personas que nada tuvieron que ver con estos hechos. Ahí, la justicia tiene la responsabilidad histórica de poner un cedazo para efectos de determinar exactamente quiénes son responsables y quiénes no lo son, sin regalar un milímetro de justicia a aquellos que de una u otra forma están enredados en este episodio, pero sin perseguir a los que son completamente inocentes.
Lo urgente es que las autoridades correspondientes pongan en marcha, cuanto antes, un plan de intervención en Córdoba, porque a pesar de las denuncias, de las investigaciones y de las capturas, ese departamento aún sigue siendo desangrado.
Publicado: enero 25 de 2018