Genera esperanza que, cada día que pasa, aumente el volumen del debate acerca de la tasa de crecimiento económico que debe buscarse en Colombia.
El esfuerzo que se ha hecho, persiguiendo que dicha controversia ocupe un lugar prioritario en las discusiones públicas de hoy, empieza a dar frutos.
Y hay que seguir estimulándolas, porque solo con una economía creciendo en forma sostenida, será posible tener buena política social, combatir la pobreza, construir equidad y generar empleo.
Como siempre ocurre en estos casos, los que debaten se agrupan en dos orillas.
En una de ellas se encuentran quienes creen que no se puede, por cuanto las condiciones que se necesitan para conseguirlo no existen.
Por esa razón, señalan, tal cual lo hacen conocidos y respetados economistas criollos, a quienes comparten otra visión, poco menos que de irresponsables y populistas.
En el otro lado, al que pertenece modestamente el autor de estas líneas, están aquellos que piensan que hay que atreverse, ser audaces pero responsables, y confían en la posibilidad real de crear el clima necesario en la nación, dirigido a lograr que nuestra economía registre una tasa mínima del 7% sostenidamente.
Los primeros se basan en las cuentas de ahora y hacen depender sus pronósticos de la estructura doméstica existente, al igual que de la realidad internacional del momento.
Los segundos consideran que debe hacerse un ejercicio de fondo para que las circunstancias internas cambien, y miran el paisaje global como una oportunidad, así este muestre señales de desaceleración.
Para satisfacción de los últimos, el mensaje de uno de los vicepresidentes del banco mundial, en su más reciente visita a Colombia, fue alentador.
El alto funcionario invitó a ser agresivos, en el mejor sentido del término, y a mirar los ejemplos de los países asiáticos, particularmente el de China, en cuanto al ritmo de aceleración económica que han tenido.
Seis acciones pueden conducir a un escenario nuevo:
- Concertación con el sector empresarial en el “CRECER” (consejo para la recuperación empresarial y el crecimiento económico rápido). En dicho consejo se acordarían los sectores y productos competitivos, con mercado y capacidad de generar empleo, a los que se les dará todo el apoyo público y privado.
- Puesta en marcha del programa “hagámoslo rápido y bien”, con el fin de acabar con la tramitología innecesaria, que obstaculiza el emprendimiento y estimula la corrupción.
- Disminución de los impuestos, en el marco de una estructura tributaria de tarifas bajas, plana, que haga fácil el recaudo y sirva como instrumento para combatir la evasión.
- Programa integral de lucha contra la corrupción que comprometa todos los niveles del estado y a la ciudadanía, en desarrollo del principio de “0 tolerancia a la corrupción.
- Nueva visión de la política exterior, gracias a la “diplomacia para el crecimiento”, que permita aprovechar las oportunidades, posibilidades y herramientas existentes en el mundo.
- Garantías, seguridades e incentivos, con audacia, para fomentar la inversión nacional e internacional.
Todo lo anterior será posible con un gran liderazgo presidencial puesto al servicio del objetivo de que la economía crezca aceleradamente.
Esta es la clave. Convocar al sector productivo, ponerse de acuerdo con los creadores de riqueza, abrirle la puerta al emprendimiento, buscar que la empresa grande se consolide, que la mediana se vuelva grande, que se creen muchas pequeñas y medianas nuevas, y que todo el servicio exterior se dedique a buscar herramientas para que se pueda crecer.
De esa manera se podrá, necesario es repetirlo, tener buena política social, combatir la pobreza, construir equidad y generar empleo.
Publicado: noviembre 20 de 2017