El pasado 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Esta iniciativa, de la cual he hablado en pasadas oportunidades, pretende concientizar y evitar el maltrato de todas las maneras posibles, ya sea físico, psicológico, económico, laboral, sexual, institucional, mediático, etc.
Sin embargo, y a pesar de la noble intención de esta conmemoración, la realidad que vivimos en Colombia parece ser cada día más complicada en este aspecto. En efecto, en lo corrido de este año, en el Valle del Cauca se han registrado más de 130 asesinatos de mujeres; en Córdoba 24; y, en general, en el país se han presentado más de 750 muertes.
Estas preocupantes cifras nos indican una sencilla pero dolorosa realidad: las mujeres y niñas siguen siendo abusadas y tratadas como objetos, no como ciudadanas con derechos. Por un lado, y vuelvo a insistir en este tema: la pedagogía en las familias, instituciones educativas a todo nivel, y el gobierno como tal, ¡fracasó!
Adicionalmente, sigue latente el miedo a denunciar. ¡Y claro, es entendible! La confianza en nuestras instituciones es muy poca, así como en la justicia. En efecto, las mujeres no observan mayores resultados frente a la ley ni frente a las autoridades que deben protegerlas, cuando dan a conocer sus historias de maltrato.
Por ejemplo, cuando tengo la oportunidad de hablar con la comunidad y cientos de mujeres me cuentan sus experiencias de diferentes tipos de violencia que han sufrido, uno puede entender que solo esa barrera del miedo puede ser superada cuando exista una consciencia real de hacer un cambio social en todos los niveles. Es decir, cuando entendamos que todos tenemos derechos, que todos debemos ser respetados y que las diferencias nos nutren y complementan.
Y si bien es cierto que las campañas en los medios de comunicación son muy importantes e invitan a las mujeres a denunciar, también es cierto que estas campañas deben enfocarse a empoderar a las niñas y adultas a creer en sí mismas, a amarse y protegerse. Sí, porque las mujeres somos las que debemos, ante todo, considerarnos dignas de ser bien tratadas. Adicionalmente, estas campañas deben reforzar en los hombres que NUNCA JAMÁS se debe maltratar, de ninguna forma, ni a una mujer ni a nadie.
Ya es hora de que las mujeres dejemos de sentir que las amenazas, las agresiones, la presión y el acoso hacen parte del transcurso normal del día a día de nosotras, tal como me lo han manifestado ellas.
Es por eso que desde el primer día en que llegué al Congreso de la República he buscado diferentes maneras de ayudar a todas aquellas mujeres y niños que no tienen voz frente a la opinión pública, que no tienen cómo manifestar todas las situaciones difíciles por las que atraviesan.
Instituciones como esta sirven como escenario para visualizar, ante el país, las diferentes situaciones de violencia que difícilmente llegan a ser expuestas. Y, lo más importante, permiten materializar soluciones que pueden transformar por completo la vida de una persona.
Para finalizar solo quiero decirle algo a todas las mujeres: unidas somos más, unidas podemos más, unidas nos empoderamos más. Debemos confiar en nosotras y en la posibilidad que tenemos de cambiar la historia y a nosotras mismas. ¡No somos menos! Todo lo contrario. Llegó la hora de creer en quienes somos.
Publicado: diciembre 1 de 2017