Iván Cancino: La verdad de Arnault

Iván Cancino: La verdad de Arnault

De muchas cosas se puede señalar al señor Jean Arnault, jefe de Misión de las Naciones Unidas en Colombia, menos de haber sido y de ser un incondicional con el supuesto proceso de negociación que hace un año sellaron el desprestigiado gobierno de Juan Manuel Santos y los terroristas de las Farc.

El martes pasado, durante el foro “La reincorporación y reconciliación, dimensiones de la construcción de la paz”, promovido por el diario bogotano El Espectador, el diplomático francés puso las cosas en orden cuando seguramente se concientizó de que es imposible tapar el sol con dos dedos.

No se puede eclipsar, de acuerdo con Arnault, “el hecho que, a la fecha, un muy alto porcentaje de los ex miembros de las FARC ya no están en los ETCRs (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación)”.

En su concepto, “el fenómeno llama la atención” porque “los ex guerrilleros eran unos 8.000 al 20 de mayo en las Zonas Veredales cuando concluye el almacenamiento de las armas de las FARC. Quedaban el 70% al 15 de agosto.  Hoy estimamos a 45% los que todavía están en los ETCRs”.

Monsieur Arnault: a nombre de casi 50 millones permítame darle las gracias por su sinceridad. Desde que hace más de cinco años la administración de Santos nos montó en esta locura de las tales negociaciones, nadie afecto al proceso de paz –o al gobierno o a las Farc– había dicho una verdad tan contundente y tan incontrovertible.

Así traduzco yo esa verdad de Arnault: que el “proceso de paz” fue un fracaso y que el 55% de los guerrilleros que se desmovilizaron ya no están donde deberían estar. (No sobra advertir, de todos modos, que los guerrilleros no estaban ni están en calidad de detenidos en el interior de los ETCRs. De hecho, ese fue uno de los cientos de goles que las Farc le metieron al gobierno de “nuestro” Nobel de Paz).

No hay que ser Nostradamus para saber qué están haciendo la mayoría de los 4.400 guerrilleros que, según Arnault, dejaron los ETCRs. Sin rodeos: están delinquiendo, esto es, traficando con drogas, secuestrando, intimidando, robando ganado o mirando dónde hay militares o policías descuidados para matarlos. Para perpetrar todas esas “hazañas” los están esperando sus pares del Eln o de las bandas criminales.

Es que vaca ladrona no olvida el portillo. Tratar de cambiar a alguien que toda la vida ha sido un delincuente es casi imposible. El ingenuo de Santos pensó que solo tenía que agradar y llenar de regalos a Timochenko o a Márquez para que el tema de las Farc desapareciera de Colombia como por arte de magia.

Es que el asunto es de matemáticas de primero de primaria. ¿Qué sucede con un guerrillero raso que estaba enseñado a conseguir dinero a manos llenas (producto del narcotráfico, la extorsión y el secuestro) y de la noche a la mañana pasa a recibir 1,8 millón de pesos de cuenta de Santos y con cargo a nuestros impuestos? Pues que ese guerrillero vuelve a sus andanzas, con fusil al hombro y con los mismos resabios, para poder continuar con el nivel de vida económico que siempre llevó.

Pero no, el gobernante del 13% de los colombianos pensó que mandando a los ETCRs a funcionarios del Sena a dictarles a los guerrilleros clases de mecánica o de panadería éstos iban a coger buenas maneras y a volverse ciudadanos de primera clase. El que es no deja de ser, mi doctor Santos, y usted lo sabe bien.

Y lo que falta por ver de este “proceso de paz”. Ya el temible terrorista apodado “el Paisa” abandonó en una oportunidad el ETCR donde se encontraba en el municipio caqueteño de San Vicente del Caguán. El tipo volvió a las horas. Pero no porque la gente del secretariado de las Farc lo hubiera regañado. Regresó seguramente porque no pudo concretar su ingreso a una nueva banda criminal. Ya volveremos a tener noticias de él. De eso que no le quepa duda a nadie.

Por los que si no tiene que preocuparse Santos es por los tales jefes de las Farc, los mandamases, los que jugaron a ser negociadores en La Habana. Esos no se salen del “proceso de paz” ni echándolos, entre otras cosas porque no tienen para dónde irse.

Yo no me los imagino de regreso a Venezuela, en calidad de fugitivos, con la cantidad de afugias que están pasando nuestros hermanos venezolanos por culpa del dictador Nicolás Maduro.
En realidad, los tales cabecillas del secretariado son unos vivos. A esos solo les encanta la buena vida. Estar al lado de Tanja, junto al mar, con una buena botella de vino y una buena comida y alguna cosa para la cabeza distinta a un sombrero.

@CancinoAbog

Publicado: noviembre 24 de 2017