El secretario general de la presidencia, Alfonso Prada, es un campeón del clientelismo. Santos, en vez de echarlo, lo encubre.
El gobierno de Santos está fundamentalmente integrado por políticos menores, sin mayores capacidades intelectuales, pero hábiles para la minucia y, por supuesto, expertos en clientelismo y corrupción.
Alfonso Prada es un político sin mayor trayectoria que durante toda su vida estuvo concentrado en mantener aceitada una pequeña maquinaria electorera de Bogotá que utilizaba para renovar su curul en el concejo de la capital colombiana.
Respaldado por Enrique Peñalosa, logró brincar a la Cámara de Representantes en el año 2010 y luego, consciente de sus limitaciones electorales, resolvió quedarse por fuera, esperando un cargo en el gobierno central.
Una vez reelegido, Santos lo premió con el jugoso botín del Sena, una de las entidades que mayor presupuesto maneja en el país. Allí estuvo haciendo y deshaciendo, hasta que a comienzos de este año lo nombraron como secretario general de la presidencia de la República, un cargo a todas luces mucho más grande que él.
Prada es lo que comúnmente se conoce como un “clientelista”. Reparte puestos, direcciona contratos, favorece licitaciones. Cuando era concejal de Bogotá, fue famoso por las gestiones que hacía, las cuales nunca fueron investigadas por las autoridades.
Su reemplazo en el Sena, María Andrea Nieto, quien durante meses guardó un sospechoso silencio, resolvió delatar a su antiguo compañero y aliado político y laboral.
Según ella, Prada continuaba controlando al Sena –léase, la contratación-, desde la Casa de Nariño, al extremo de que altos funcionarios de esa entidad coordinaban o cuadraban con él multimillonarios proyectos de construcción donde presumiblemente estarían presentándose casos de corrupción.
Es sabido que las obras de infraestructura son terreno abonado para los corruptos. A través de proyectos gigantes como los que se hicieron en Bogotá, los Nule y demás delincuentes saquearon las arcas capitalinas. Lo mismo sucedió con Odebrecht, empresa que tuvo la capacidad corruptora de comprar a Santos en 2010 y en 2014.
Las excusas de la señora Nieto, en el sentido de que hasta ahora hace las denuncias porque no se había dado cuenta o que en el gobierno sus palabras fueron desatendidas, no son del todo verosímil. Ella llevaba muchos años trabajando en el Sena, razón por la que resulta difícil de creer su versión.
Lo importante es que se investigue a fondo y se castigue ejemplarmente lo que se ha conocido. Alfonso Prada, deslumbrado con las migajas de poder que le ha tirado el presidente Santos, ha tratado de bajarle el nivel a la situación. Pero el asunto parece ser mucho más grande y más generalizado de lo que hasta ahora hemos visto.
El Sena está convertido en una cueva de corruptos, dirigida desde la Casa de Nariño por el secretario Prada.
La procuraduría, pero también la fiscalía deben entrar a investigar en detalle lo que ha venido sucediendo en la entidad que se encarga de capacitar a millones de colombianos.
No hubo un solo rincón de la patria que se hubiera salvado de la mano corrupta del gobierno Santos. Durante estos 7 años y medio se ha padecido un saqueo desmedido y la impunidad rampante ha sido la principal cómplice del régimen.
Es tan aberrante el cinismo del presidente, que la directora-denunciante del Sena fue despedida de su cargo, pero el denunciado Alfonso Prada, sigue empotrado en su importante cargo oficial. Cada día que pasa, el señor Prada continuará poniendo en práctica sus habilidades clientelistas y corruptas.
Publicado: noviembre 3 de 2017