El pasado 20 de septiembre, el Congreso de la República suscribió un memorando promovido por la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer, con Unicef, con el propósito de establecer salas de lactancia materna en el Senado y la Cámara de Representantes.
Como autora de la ley que amplió la licencia de maternidad respaldo y celebro que esta corporación establezca en sus espacios laborales las condiciones óptimas para que todas las madres que trabajan en la casa de la democracia puedan alimentar a sus bebés.
La lactancia materna no es un gaje más del oficio de ser mamá. Es un acto de amor vital en el que la madre y él bebe se conectan no solo para entregar los nutrientes necesarios para el crecimiento infantil sino también para fortalecer un vínculo emocional. Vínculo que, por supuesto, está fundamentado en el cuidado, las caricias y la ternura. Por eso ¡es imprescindible!
Durante el proceso de elaboración de la mencionada ley, pudimos observar como múltiples estudios internacionales argumentaban los incontables beneficios que conlleva una adecuada lactancia materna, durante los primeros meses de vida del bebé. Esto se puede ver reflejado a futuro en la disminución de problemas de salud, mejor desempeño social, mayor cohesión entre los miembros de la familia, etc.
En este contexto, a dos meses de la suscripción del mencionado memorando, en el Senado de la República ya se están observando las adaptaciones físicas necesarias para implementar las salas de lactancia, que beneficiarían a todas las madres que laboran en el Congreso.
No me cabe la menor duda que esta acción debe servir de ejemplo para las demás entidades públicas y empresas del país. Y es que garantizar condiciones dignas dentro de su sitio de trabajo a una madre para que lacte a su hijo, más que una mera obligación normativa, debe ser vista como un compromiso social por parte de los empleadores con la sociedad.
A pesar de que la implementación de las salas de lactancia conllevan un gasto presupuestal para realizar todas las adecuaciones necesarias, estas son el primer paso para que las nuevas generaciones de colombianos crezcan con mejores condiciones de vida. Porque recibir el amor de la madre, fortalecer la familia y disminuir a futuro complicaciones médicas, son toda una ganancia. Además, ¡es el primer paso para una mejor sociedad!
Como país debemos entender que la importancia de la defensa de la maternidad y la niñez supera cualquier diferencia política que podamos tener entre nosotros. Aunque sostengamos posturas variadas, en muchos aspectos de la vida nacional, sí debemos estar unidos para garantizar que las nuevas generaciones de compatriotas cuenten con mejores condiciones durante su crecimiento. Esa es una forma de tener una sociedad más sana y cohesionada a futuro.
Por eso, desde esta columna, invito a todos los empleadores que todavía no han establecido salas de lactancia en sus lugares de trabajo a que lo hagan. Si bien es verdad que las exigencias del mercado apremian, la defensa de la niñez es un valor superior de la patria que todos debemos apoyar.
Publicado: noviembre 24 de 2017