Un grupo de ciudadanos de bien del cual honrosamente hago parte, preocupados por la suerte de la ciudad de Cartagena, muestran su indignación por los eventos narrados en el noticiero CM&I.
Divulgados en cuatro capítulos sobre la corrupción en la ciudad, en un típico caso de los pájaros disparando a las escopetas: primero, porque viene de un noticiero que fue adjudicado mediante un asqueroso acto de corrupción, en el gobierno más corrupto del que tenga presente la memoria colectiva.
Segundo porque la corrupción en otras ciudades del país es tal vez peor como lo denota el caso solapado y casi inédito de Bogotá.
Y tercero porque aunque se digan muchas verdades, hay algunas que se dicen a medias, y dejan de ser ciertas, porque no se menciona a los principales protagonistas de la corrupción y la debacle de la ciudad de Cartagena, como son el grupo de parlamentarios que mal representan al pueblo bolivarense y hacen parte de este gobierno nefasto.
Ellos son la cúspide de este desastre, el zenit de esta hecatombe, y el techo alto donde se cobijan como marionetas; concejales, alcaldes, gobernadores, diputados, líderes de barrio, que no hacen otra cosa que traicionar a los suyos, a los negros olvidados de siempre de esta ínclita ciudad.
En una nefasta empresa delincuencial, cuya única misión es robarse los dineros del erario. El informe del periodista no menciona para nada a ese grupo de parlamentarios o de familias metidas en esa organización criminal, que beben las mieles amargas de la corrupción política. ¡Canallas, la tierra ha de recibirlos con asco¡
Pero lo que el noticiero bogotano también deja de mencionar es que el centralismo capitalino con la anuencia de nuestros parlamentarios le esquilma a Cartagena lo que por derecho propio tiene en el sistema de participación nacional. No ha habido el más mínimo interés de actualizar el censo de la ciudad para precisamente no girar los dineros que le corresponden a una cuidad de más de 1.100.000 habitantes.
Nuestro bloque de parlamentarios solo está pendiente de recoger las miserables migajas que caen de la mesa del presidente.
Cartagena ciertamente es una bomba de tiempo que cuando estalle, como en la novela de Alejo Carpentier, los negros se meterán en las casas para cercenarles sus cabezas.
La Cartagena olvidada, la Cartagena de origen afro, que es la gran mayoría de población, requiere de una mirada particular, necesita de una visión diferente, y de un sistema de educación especial, muy distinta al resto del país, ya que la ciudad fue epicentro del esclavismo más despiadado del que se tenga memoria.
Si no se hace de manera urgente un pacto local contra la corrupción, que la ponga definitivamente en su sitio, y un programa de desarrollo social para las comunidades afro, jamás la ciudad podrá salir de su bancarrota y el siniestro social será per secula seculorum.
Publicado: noviembre 2 de 2017