El pasado 30 de octubre, fue conferida la “Orden Universidad Sergio Arboleda al Humanista”, al Señor Expresidente de la República Belisario Betancur, momento propicio para reflexionar sobre las cualidades y características de un “humanista”, qué significado pudiera alcanzar hoy este calificativo, qué elementos, características, rasgos o virtudes expresa una persona para catalogarse de humanista, acaso es una expresión perteneciente al siglo XVIII, en pleno fulgor de la ilustración y la enciclopedia, o es hoy más que nunca, un calificativo necesario en una sociedad minada por el desprecio a la dignidad del ser humano, cuestionada por sus valores y ahogada en un mar de soberbia, egoísmo, desconfianza y falsedades.
Las hermosas y generosas palabras pronunciadas por el Expresidente Belisario Betancur, durante el merecido reconocimiento, permiten develar algunas de esas características, que una mujer o un hombre, espontáneamente reflejan, en su rostro para ser llamados humanistas. Puesto que, más allá de definir el término aquí, acudiremos a la semiótica de Umberto Eco, y el significado de humanista, se estructurará a partir de las expresiones humanas, que dan vida a esa calificación.
¿Cómo se debiera interpretar en el hoy, a un humanista?
Lo primero que resalta el escuchar y ver a un humanista es su gratitud; superadas las banalidades del poder, del dinero, del reconocimiento público o mediático, queda el profundo agradecimiento por todas y cada una de las personas que dan significado a la vida, incluso aquellas que nunca conociste, pero que con seguridad contribuyen en la vida de cada persona, que ha aceptado vivir en sociedad. La gratitud, como herramienta esencial del quehacer diario, permite sin duda, mirar cada acontecimiento, sin la ambición que nace de las privaciones o el afán de lucro rápido, y el éxito fácil, que ofrecen los atajos, el desconocimiento de lo correcto y la ilegalidad.
El Presidente Betancur en su disquisición, nos relató la evolución y formación de la Universidad y del conocimiento, señalando un principio fundamental tanto de la academia, a través de la historia, como de quien expresa el humanismo como virtud: La búsqueda de la verdad, una verdad fundamentada a partir de la aceptación de la diversidad dialéctica y la libertad epistemológica.
Esta verdad para el humanista, no sólo está basada en los preceptos donde lo único que podemos reconocer como cierto, es lo que nosotros mismos, como humanidad, hemos hecho, el Verum quia factum de Giambattista Vico que dió origen al pensamiento moderno; este pensamiento, acrecentado por la doctrina de Descartes, da a lo racional, a lo que podemos comprobar, ver, tocar, sentir, la preponderancia de lo creemos, en lo que se confía. El humanista, sin embargo, suma a este pensamiento racional, otro elemento igual de significativo, complementa al pensamiento de saber-hacer, con otra transcendental facultad: la relación permanecer-comprender. Esto es, la verdad no sólo está atada a los hechos, la verdad exige un pensamiento crítico, un pensamiento que a través de su inteligencia cuestiona los hechos, los analiza, los transforma y actúa. Esta característica del humanista es la que permite la expresión de dos cualidades hoy fundamentales en la vida, la ética y la sabiduría.
Nuestro expresidente identifica a la sabiduría, como la única inmortal de todas nuestras posesiones, y si bien, se reconoce como un tesoro muy preciado, la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, y escoger lo correcto, debiera ser el don más anhelado; así lo manifestó el Rey Salomón, cuando en su canto le pide a Dios: “…Tu tuviste gran amor a mi padre David y a mí me has hecho rey en su lugar…dame pues ahora sabiduría e inteligencia para que sepa conducirme ante este pueblo tuyo tan grande”, esta es la súplica que cada gobernante, líder o responsable de una comunidad debería hacer. El humanista tiene claro que más allá de la ciencia humana, existe la necesidad de la sabiduría en juicio y comportamiento, sabiduría presente en él, cuando se reconoce humilde ante sus dirigidos, y se observa como servidor de quienes lo siguen y lo escuchan. Porque los gobernantes y líderes alcanzan estas posiciones por su credibilidad, pero efímera será la misma, si la conducta no es consistente y en vez de servir, pone todo su empeño en ser servido.
Una última reflexión, de las muchas que pudiéramos extraer de las palabras de quien es reconocido como humanista, es la Unidad. Dice el expresidente, con su gran sabiduría, que el hombre nuevo es aquel “…capaz de asumir su compromiso ético con la comunidad, que haga posible la fraternidad ética…”. Vivir en comunidad, implica aceptar el llamado a encontrarnos, y si acaso nos hemos desencontrado, a reconciliarnos; este acto a veces tan complejo, es en verdad un acto pleno de humanismo, “simple para aquel que como Francisco, proclama que, somos todos parte de algo más grande que nos une”, ¿ Qué es eso que nos pudiera unir ?, muy seguramente varias serán las respuestas que irrumpirán en la mente, respetuosamente exclamo las mías, somos todos parte de algo muy grande que nos une, parte de una familia, de una sociedad, de una patria…Colombia.
Publicado: noviembre 7 de 2017