Los dos congresistas que actualmente tiene la “misión carismática internacional” en el CD, deben renunciar cuanto antes a sus curules.
En política, hasta la más mínima decisión trae consecuencias. Las grandes derrotas electorales, muchas veces han sido causadas por malas decisiones o imprudencias que cometen los políticos en tiempos electorales. El ejemplo más rutilante se presentó en las elecciones generales de 2004 en España.
Todo estaba previsto para que el partido popular arrasara en aquellos comicios. Era el fin de la era de José María Aznar, quien tenía previsto entregarle la posta a Mariano Rajoy. Tres días antes de las votaciones, el 11 de marzo, hubo un atentado terrorista que cobró la vida de 193 civiles.
El gobierno, sin mayores elementos de juicio, se apresuró a achacarle aquella acción demencial a los integrantes de la banda terrorista ETA, cuando todas las evidencias apuntaban a que se trataba de un atentado llevado a cabo por Al-Qaeda.
Aquella imprudencia, hizo que la campaña política diera un viraje de 180 grados. En cuestión de segundos, la campaña de Rajoy –que era visto como el candidato oficialista- se desplomó, despejando el camino para que los socialistas, en cabeza de Rodríguez Zapatero, volvieran al poder.
Ahora faltan menos de 5 meses para las elecciones de Congreso y ante la imparable fortaleza del Centro Democrático, a una de las muchas iglesias cristianas que hay en Colombia literalmente se le “abrió el apetito”. Se trata de la misión carismática internacional, regentada por Cesar Castellanos y Claudia Rodríguez.
Es una entidad con muchos fieles, pero con muy pocos votos, lo cual es natural y habla muy bien de ellos –los fieles-, que no se comportan como corderos o autómatas sin criterio.
Creyendo que podrían chantajear al presidente Uribe, los dueños de esa iglesia exigieron una mayor representación en la lista al senado que inscribirá el Centro Democrático, lo cual no solo resulta desproporcionado sino que además es impolítico. Un partido tiene la obligación de calibrar muy bien sus fuerzas, pretendiendo garantizar la misma representación a todos los sectores y vertientes que lo integran.
La solicitud de los pastores Castellanos y Rodríguez fue puramente politiquera. Al ver que ésta no tuvo eco en los oídos del presidente Uribe, la señora Claudia Rodríguez, literalmente salió dando un portazo.
Si los señores de la misión carismática están tan bravos y han decidido irse al partido Cambio Radical, están en todo su derecho, pero la prudencia indica que deben hacer el trasteo completo, es decir llevándose absolutamente todo, incluidos los dos parlamentarios que actualmente tienen en el Centro Democrático: el senador Orlando Castañeda y la representante a la Cámara, Esperanza Pinzón.
No es coherente que los gerentes de la iglesia en cuestión estén adelantando transacciones políticas con Vargas Lleras, mientras que dos de los suyos siguen en el CD. Para todos los efectos, Cambio Radical es un rival del uribismo, razón por la que resulta insoportable que en las toldas del expresidente Uribe haya dos congresistas que trabajan por los intereses de una iglesia cristiana, ahora “vargasllerista” y no por los del partido político del presidente Uribe.
Así las cosas, los señores Castañeda y Pinzón deberían, en el término de la distancia, proceder a renunciar a las curules que les asignó el Centro Democrático para efectos de que éstas sean ocupadas por personas que sí hagan parte de la colectividad uribista.
A los populares españoles un manejo imprudente de un atentado terrorista les costó el poder en 2004. Así mismo, la salida en falso de los pastores Castellanos y Rodríguez –cabezas visibles de la misión carismática internacional- debe tener consecuencias serias y reales. La primera de ellas, que los dos congresistas con los que actualmente cuentan procedan a desocupar las curules que ostentan gracias al CD.
Publicado: noviembre 27 de 2017