La derrota del Centro Democrático en Yopal, debe encender todas las alarmas, de cara a las elecciones del año entrante.
Las recientes votaciones atípicas que tuvieron lugar en la ciudad de Yopal y en las que el candidato del Centro Democrático, Arcenio Sandoval Barrera resultó derrotado por el candidato de la alianza Claudia Nayibe López-Sergio Fajardo-Jorge Enrique Robledo, son un campanazo que debe despertar todas las alertas en las toldas uribistas.
Esas elecciones fueron un laboratorio de lo que será la campaña del año entrante, razón por la que el resultado es mucho más delicado de lo que aparenta ser. Esto no puede ser leído como una derrota normal en el devenir de la política, cuando unas veces se gana y otras veces se pierde.
El Casanare es una plaza en la que el uribismo es muy fuerte. De hecho, el único gobernador que tiene el Centro Democrático es el de aquel departamento.
Cuando se convocaron las elecciones en Yopal, luego de que el anterior alcalde, alias John calzones fuera destituido del cargo, se fijó una agenda de trabajo política cuyo eje central era la lucha contra la corrupción.
El pueblo casanareño está hasta la coronilla con los saqueos reiterados de su tesoro público. La fortuna que ha recibido esa región por concepto de regalías ha sido dilapidada. Resulta insólito que Yopal tenga una gigantesca piscina de olas, una monumental manga de coleo y un lujoso velódromo, pero aún no haya servicio de acueducto y alcantarillado.
Al tratar de identificar los motivos de la derrota del candidato uribista, la primera respuesta que le fue dada a LOS IRREVERENTES es que el señor Sandoval Barrera no pudo asimilar el malestar popular con la corrupción. En Yopal, en este momento, se está viviendo una profunda crisis social y el candidato uribista no fue capaz de sintonizarse con la gente.
Esta derrota debe servir para que el Centro Democrático haga una reflexión respecto del futuro electoral. El liderazgo del partido en esa región del país, que está en manos de la senadora Nohora Tovar, tiene que asumir, sin dilaciones ni ambages, la responsabilidad. Por encima de los cálculos personalistas, deben estar los de toda la colectividad.
Ese laboratorio de Yopal que claramente salió mal, no puede, bajo ninguna circunstancia, volver a repetirse. Hay grandes líderes uribistas en el Casanare, los cuales han sido inaceptablemente excluidos y apartados de las decisiones del partido. Y las elecciones del pasado fin de semana, en las que se impuso el candidato de los verdaderos rivales ideológicos del CD –López, Robledo y Fajardo- son la consecuencia de la política mal hecha.
En muchas partes de Colombia, quienes ejercen el liderazgo local del Centro Democrático han estructurado una barrera de contención para apartar a otras vertientes del partido, creyendo que con actitudes como esa, afianzan su pequeño feudo de poder, cuando en realidad están generando una fractura que se ve reflejada negativamente en los certámenes electorales.
El partido uribista aún está a tiempo de recomponer lo que está mal, renovar cuadros directivos en todas aquellas zonas del país donde hay dificultades y, por supuesto, valorar muy bien si aquellos que no son capaces de ganar unas elecciones en regiones donde el fervor uribista es ostensible merecen, como es el caso de la señora Tovar, ser reelegidas para un nuevo periodo en el senado de la República.
Publicado: noviembre 28 de 2017