La decisión del corrupto consejo electoral de convertir a las Farc en partido político, es una afrenta a la democracia.
La decisión abiertamente cuestionable del politizado y corrompido consejo nacional electoral de conceder personería jurídica al partido de la banda terrorista de las Farc, es una de las más inaceptables afrentas que se le haya hecho a la democracia colombiana en toda su historia.
Es una agresión a los millones de víctimas de la banda terrorista de las Farc que los cabecillas de esa organización, sin haber pasado por la justicia, puedan ser elegidos en cargos públicos.
Los defensores del acuerdo ilegítimo entre Santos y alias Timochenko, esgrimen el argumento deleznable de que “es preferible tenerlos echando lengua que echando bala”. ¿Acaso esas son las dos únicas posibilidades?
No puede olvidarse que la mayoría de ciudadanos que concurrieron a las urnas para participar en el plebiscito, votaron en contra de ese acuerdo. Y aquello significa que el pueblo, que es soberano, se opone firme y valientemente a que los perpetradores de los peores crímenes contra la humanidad, puedan pasar del monte a los escenarios de la democracia, sin que hubieran pagado por sus delitos.
En ninguna democracia madura, se permitiría un exabrupto de semejante magnitud. Los autores de acciones terroristas no van a los capitolios, sino a las penitenciarías a pagarle a la sociedad por los crímenes cometidos.
En el caso colombiano, se optó por la vía excepcional de hallar un mecanismo incruento que desembocara en la desmovilización de la guerrilla. Nadie se opone a que Colombia conquiste la paz. La oposición surge frente al elevado precio que decidió pagar el gobierno de Juan Manuel Santos para que Timochenko y sus secuaces dejaran de delinquir.
Cuando se planteó un proceso de negociación con los grupos de autodefensa, se llegó a un punto intermedio entre la paz y la justicia. Entonces y ahora se hacía evidente que los miembros de un grupo armado organizado al margen de la ley no entregarán sus armas ni desmontarán sus estructuras ilegales a cambio de ir durante décadas a una cárcel.
El principio rector impuesto por la sociedad fue el de conceder unas penas alternativas que en ningún caso fueran inferiores a 5 años. De hecho, todas las personas que han sido condenadas en el marco de la ley de justicia y paz, pasaron 8 o más años privados de la libertad. Así mismo, esas personas quedaron inhabilitadas, por siempre, para ser elegidos u ocupar cargos públicos.
Grande ofensa para un víctima verse obligada a registrar que el causante de su tragedia ha quedado impune. Pero mayor es la humillación tener que soportar que ese victimario, además podrá ser su gobernante o su legislador.
Es vergonzoso que las Farc presenten como sus candidatos a personas que violentaron durante décadas enteras al código penal colombiano. Motivo de vergüenza para nuestro país que en el próximo tarjetón en las elecciones presidenciales, figure la imagen de alias Timochenko, un bandido que tiene más de 400 años en condenas y que además hace parte de la lista de personas más buscadas por la justicia norteamericana.
Cuando los figurines del consejo electoral autorizaron que las Farc sean reconocidas como un partido político, no tuvieron en cuenta que le estaban dando vía libre a que un grupo que aún hace parte de la lista de grupos terroristas, pose de actor legítimo de la democracia colombiana.
Así las cosas, Colombia ha quedado al mismo nivel del Líbano, donde un grupo terrorista –Hezbollah- es, a su vez, partido político con asiento en el parlamento.
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Se empieza a escribir un capítulo oscuro para nuestra democracia. Las Farc, que tienen en la retaguardia a miles de personas fuertemente armadas y que hacen parte de las denominadas “disidencias”, harán campaña política libremente por todo nuestro país. El que no los oiga o siga, indefectiblemente terminará en la mira de sus “disidentes”. Y por dinero, que nadie se preocupe. Los miles de millones de dólares fruto del tráfico de estupefacientes le serán inyectados al proceso electoral. Al fin y al cabo, gracias al acuerdo que Santos le regaló a las Farc, los terroristas tienen “licencia” amplia para delinquir, porque tienen la certeza de que la JEP jamás les tocará un pelo.
Publicado: noviembre 2 de 2017