Seguimos preguntándonos por la suerte de miles de niños que siguen en poder de las Farc. Se trata de menores que fueron reclutados contra su voluntad y convertidos en perfectos esclavos de los terroristas.
Santos acabó por decreto lo que él mismo llamó “el conflicto”. No sabemos dónde está la totalidad de las armas de las Farc, ni qué porcentaje de sus integrantes posan ahora de “disidentes”.
Pero aún más grave: los niños, los miles de niños que estaban en las filas de ese grupo terrorista están desaparecidos. Y aquel fue el motivo por el que la semana pasada lideré un debate en la cámara de Representantes. Mi interés es el de conocer qué pasó con esas víctimas silentes. ¿Las Farc, para borrar su delito, decidieron desaparecerlos? ¿Es cierta la versión que apunta a que muchos de los niños fueron devueltos a sus casas bajo la amenaza de que serían asesinados si le cuentan a las autoridades que alguna vez fueron reclutados?
A lo largo de las negociaciones, exigimos la liberación de todos los menores. Muy al final de la misma, las Farc empezaron a entregar unos pocos. Lo hicieron a cuentagotas y, por supuesto, esgrimiendo toda suerte de mentiras. Recuerden ustedes que el terrorista Iván Márquez llegó al extremo inaudito de decir, con total desfachatez que las Farc sólo tenían a 13 menores y que ellos, la guerrilla, les brindaba protección, alimentación y cuidado. Un servicio de guardería.
Las Farc reclutaron menores y eso es un crimen de guerra que no puede ser ni amnistiado ni indultado. El Estatuto de Roma es inflexible frente a la esclavitud y eso de sacar a los niños de sus hogares para llevarlos contra su voluntad a los campamentos del crimen para entrenarlos en temas bélicos, utilizarlos como guías, informantes, cocineros y esclavos sexuales, no es “proteger” como alega con cinismo alias Iván Márquez, sino esclavizar.
¿Cuántos niños fueron víctimas de ese crimen? Se estima que entre 2 y 3 mil. Así que es perentorio que el gobierno y sus amigos de las Farc nos digan dónde están o nos cuenten qué pasó con ellos. El país, pero sobre todo las familias de ellos necesitan conocer la verdad.
De los pocos que fueron devueltos, sabemos casi nada. Ha trascendido que los cabecillas que los tenían reclutados, continúan llamándolos y buscándolos. Aquella es una evidente operación de amedrentamiento tendiente a garantizar el silencio de aquellos que tienen mucho por contarle a la justicia. Ellos son testigos de los vejámenes a que fueron sometidos en las Farc, las violaciones sexuales, los abortos obligados, las arbitrariedades, las órdenes de asesinar. En fin, todos las aberraciones habidas y por haber que claramente a sus antiguos comandantes no les interesa que sean develadas.
Esta preocupación no puede limitarse a un debate. Aquel fue muy importante, porque empezamos a poner a las cosas en su lugar. Me preocupa mucho la actitud indolente del gobierno que no se hizo presente a través de la totalidad de los funcionarios que fueron convocados. No les importa, ni les interesa atender el creciente interés del pueblo colombiano por conocer cuál fue el destino de todos esos niños, a los que un día cualquiera las Farc decidieron volver trizas sus vidas.
Publicado: octubre 30 de 2017