El profesor Fernando Velásquez, persona respetable como la que más, escribió hace poco un artículo para «El Colombiano» en el que hace una inquietante disección de la JEP, para concluir que ahí se está en presencia de una «Justicia de Vencedores». El enlace para leerlo es el siguiente: Justicia de vencedores
Es evidente que el acuerdo a que llegaron el gobierno y las Farc sobre este tópico favorece excesivamente al grupo guerrillero.
De ahí que, según lo ha destacado la prensa en estos días, la Fiscal de la Corte Penal Internacional haya hecho fuertes críticas a la JEP. (Vid. Fuertes críticas a la JEP; Preocupaciones de la Corte Penal Internacional).
A esas críticas se ha sumado el ex-vicepresidente y hoy virtual candidato presidencial Germán Vargas Lleras, cuyo movimiento político, en boca de su director Jorge Enrique Vélez, ha declarado que las irregularidades señaladas por aquel acerca de la JEP y los beneficios que ahí se conceden a las Farc «son muy graves»(Vid. Denuncias de las irregularidades de la JEP).
Añade «El Colombiano» en su edición de hoy que los gremios objetan la justicia de paz, según se desprende de un comunicado que acaba de expedir el Consejo Nacional Gremial (Vid. Gremios objetan la justicia de paz).
En varias oportunidades he llamado la atención acerca de los graves vicios constitucionales de que adolece la JEP, cuya concepción entraña tan grave desconocimiento de la soberanía nacional que hace reos a sus autores del delito de traición a la patria.
Según cita de Mauricio Vargas, Jorge Humberto Botero afirma que la JEP viola la Convención Americana de Derechos Humanos suscrita en San José de Costa Rica en 1969 y ratificada por Colombia, por cuanto ahí se garantiza a toda persona el derecho a ser oída por juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad a la ley, lo cual no se cumple en este caso, pues se trata de una jurisdicción que actuará para fallar sobre casos anteriores a su creación (Vid. Lo que empieza mal en la JEP).
En fin, Carlos Holmes Trujillo, en sendos artículos publicados en «Debate», insiste en sus advertencias sobre la JEP y vuelve sobre las observaciones que al respecto ha formulado la CPI.(Vid. Columnas Carlos Holmes Trujillo).
Lo que se espera de la JEP no es que se haga justicia, sino que sirva para exculpar a los capos de las Farc o tratarlos con dulzura, y al mismo tiempo actúe como martinete para aplastar a sus enemigos, trátese de integrantes de las fuerzas armadas, de agentes estatales o incluso de particulares a quienes se sindique de haber colaborado de alguna manera con el paramilitarismo.
De hecho, lo que se pretende es justificar el alzamiento y los crímenes de las Farc como ejercicio de lo que cierto jesuíta que probablemente abandonó la sotana hace tiempos defiende como legítimo ejercicio del derecho de rebelión contra un sistema estatal y de clase opresivo y genocida.
Todo invita a pensar que el andamiaje de la JEP es fruto de una siniestra conspiración contra el pueblo colombiano. No es por mera coincidencia que la comisión encargada de elegir los integrantes de la JEP haya resultado ser de extrema izquierda, ni que los elegidos en su gran mayoría, por no decir en su totalidad, sean de esa tendencia ideológica. Parafraseando un verso de Enríque Cadícamo, bien cabe preguntar «qué mano huesuda fue hilando estos males». Lo cierto es que de ahí solo desventuras podrán derivarse para Colombia.
El Centro Democrático está recogiendo firmas para que se convoque un refrendo derogatorio de este y otros dislates del NAF. A la ciudadanía le toca decir la última palabra acerca de asuntos de extrema gravedad como los que se mencionan. Hay que obrar con prontitud, antes de que la JEP empiece a hacer estragos.
Jesús Vallejo Mejía
Publicado: octubre 26 de 2017