Varios fueron los argumentos para oponernos a la validación de los acuerdos de La Habana. Fuimos especialmente rigurosos en exponer el peligro inminente que representaba para la institucionalidad las figuras de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la incorporación al bloque constitucional de lo acordado. El tiempo, juez de la verdad, no solo nos da la razón, también nos da la oportunidad para sincerarnos que nos quedamos cortos en dimensionar los alcances de las Farc y el equipo negociador del gobierno.
Mientras se destapa día a día los reales propósitos inquisidores de la mal llamada JEP y se avanza en terreno en la implementación legal de un Estado cocalero y mafioso, en el Congreso de la República se impone la reforma política, que no es reforma, sino otra imposición de las Farc. Acaba de aprobarse en la plenaria de la Cámara de Representantes, o mejor, imponerse por orden del representante del Polo Democrático y vocero recalcitrante de las Farc, Alirio Uribe, la lista interpartidista, figura que permitirá a los partidos políticos realizar coaliciones para enfrentar las elecciones legislativas del 2018. Hay males silenciosos para el País y la lista interpartidista.
Las Farc y la coalición de izquierda saben de la posibilidad matemática que tiene la coalición del NO de conseguir el triunfo democrático en las elecciones presidenciales del 2018, por ello, y después de conocer los resultados inesperados del plebiscito, la estrategia política acordada entre ellos es la conquista de las mayorías en las elecciones del próximo mes de marzo. Para lograrlo se incorporó dentro de la “reforma política” la opción de que varios partidos políticos sumen fuerzas electorales para elegir el mayor número de curules en Senado y Cámara de Representantes.
Está reforma política es un favor de las Farc y Santos al Partido Verde, el Polo Democrático, y otros partidos minoritarios por los favores prestados, y el trueque para que ellos conquisten mayor representatividad y poder decisorio en el Congreso de la República. Veamos cómo, concentrémonos en estos ejemplos. En Bogotá la lista interpartidista del Polo y los Verdes para Cámara de Representantes estaría en el 2018 por encima del Centro Democrático, partido político que obtuvo cinco curules, más de 320 mil votos, y ser la primera fuerza política en las elecciones del 2014. En el Valle del Cauca, la lista interpartidista de izquierda desplazaría en votos y le daría una palera al Centro Democrático, al llegar a los 140 mil votos y dos curules. En Boyacá la alianza del Partido Verde y el Polo Democrático se alzaría con el triunfo rotundo de las elecciones en este departamento, y la posibilidad de conquistar tres curules de las seis a las que tiene derecho. Y en Santander sería inminente la conquista de una curul en Cámara de Representantes por parte de sectores afines a las tesis de izquierda.
Sigan creyendo que mañana es Semana Santa. Estamos alertando y argumentando, mientras siguen en el Centro Democrático y la coalición del NO construyendo la versión colombiana de la Mesa de Unidad Democrática de Venezuela.
Publicado: octubre 30 de 2017