No es capricho de la gente un sentimiento de repudio y asco contra todo lo que las Farc son.
No queremos, excelentísimo don asesino de las Farc, que se moleste ni que entre en estado de turbación o histeria, cuando alguien le diga en la cara el epíteto que merece.
Quisiera compartir con usted la siguiente cuita: revisando el Código Penal Colombiano, su artículo 103 reza: “El que matare a otro, incurrirá en prisión de doscientos ocho (208) a cuatrocientos cincuenta (450) meses.”
Su “excelencia”, imagino que este texto es una bobada para usted y sus camaradas, quienes han cometido decenas de miles de homicidios, y que en ningún momento han considerado pagar un solo día de cárcel por ellos.
Espero que entienda que no es capricho de la gente que sea un sentimiento de repudio y asco contra todo lo que ustedes son y representan, el que subyace en el alma de cada colombiano con memoria histórica: ¡Basta ya!
Sí, basta ya de tanta estupidez, falta de respeto con millones de personas que tenemos un referente trascendente en Colombia, y que consideramos que la justicia humana pierde su majestad cuando impulsa la impunidad.
A ver, “comandante”, luego de revisar su prontuario, inmenso en todo tipo de crímenes, desde los más simples hasta los más execrables, quisiéramos aclarar algunos motivos por los cuales se dan este tipo de comportamientos contra usted y todos los miembros de su organización.
Empecemos diciendo que a una inmensa mayoría de colombianos, tal vez el 99%, no le cabe en la cabeza que dentro de ese “acuerdo de paz” que usted y sus “compañeros” suscribieron con el actual mandatario se hayan pasado por la faja los valores esenciales de cualquier civilización.
Les importó muy poco las miles de minas que seguirán dejando mutilados a nuevos colombianos inocentes; les dio risa que las familias que no han sido reconocidas como víctimas en esta “negociación”, levanten su voz y expresen su dolor; y ni hablar de la gracia que les produce el hecho de que millones de hombres y mujeres, nacidos en Colombia, no les creamos en el tema de la entrega de armas, porque sabemos que muchas de ellas están en Venezuela, siendo bien cuidadas por sus socios narco-comunistas.
Excelentísimo don asesino, entendemos que esté feliz porque su estrategia para arrasar con el sentido común y la justicia de un pseudo-estado como el colombiano, venga desarrollándose con exactitud en cada una de sus etapas.
Sí, créame que lo felicito como estratega, pues todos esos “muchachos” a los cuales su organización les ha financiado maestrías y doctorados en prestantes universidades europeas, durante los últimos 20 años, con el único propósito de formar una selección de “juristas del horror”, están empezando a formular teorías jurídicas pro-terroristas, que empiezan a dar sus frutos…
Confío en que lo poco que queda de institucionalidad en nuestro país, en lugar de rasgarse las vestiduras, asuma su responsabilidad y fije una posición en donde cada una de las argucias leguleyas que los amigos de las Farc y del Foro de Sao Paulo pretendan imponer en Colombia, sean debidamente neutralizadas. Porque la voluntad de un pueblo jamás puede ser desconocida en una Democracia. Ellos lo saben. Vade retro, Satanás.
Con todo respeto: ¿Qué pensará el Comité de los Premios Nobel, cuando el resultado de la “paz” que galardonaron en el 2016, termine devolviéndose como un boomerang, cuando el desenlace de esa pirueta ilegítima, que el pueblo rechazó en las urnas, sea exactamente lo contrario a lo que buscan los “juristas del horror”?
Olvidar las pútridas intenciones de un grupo narco-terrorista, que con el mayor descaro, hoy exige ser tratado como digno partido político, es un absurdo. ¡Respete, excelentísimo don asesino!
Publicado: octubre 18 de 2017