Creo que muchos de los bogotanos que eligieron a Enrique Peñalosa, a la Alcaldía de Bogotá, querían un cambio. Pero, además, guardaban la esperanza de que todo mejorara en la ciudad y que, por fin, la capital saliera de ese desgobierno de los último años. Adicionalmente, esperaban que la problemática del transporte público se resolviera. Y que mejor candidato que aquel que se ufanaba de ser un experto en esa materia. Sin embargo, para tristeza de todos, seguimos con el mismo problema.
Porque no nos digamos mentiras: cada vez es peor movilizarse por Bogotá. En el caso puntual de TransMilenio hay que anotar que es un sistema de transporte indigno, que atenta contra la calidad de vida de cualquier ciudadano. Está saturado, en horas pico es muy demorado, y es sucio e inseguro. Claro, no solo inseguro por el tema delincuencial, sino también porque la flota actual de buses no ofrece garantías mecánicas en su funcionamiento y se ha convertido en un peligro para los capitalinos.
En efecto, las últimas noticias no han sido nada alentadoras, respecto a TransMilenio: buses con fallas mecánicas que hacen colapsar las troncales; tres episodios en los que articulados han perdido llantas en pleno movimiento (afectando, incluso, a particulares); llantas recalentadas que se incendian; derrame de combustible en plena calle; fugas de aceite y líquido refrigerante; nidos de cucarachas al interior de los buses; problemas eléctricos, de frenos y llantas lisas; etc.
Este panorama es muy preocupante. No en vano se podría decir que TransMilenio está poniendo en riesgo la seguridad de los Bogotanos. De ahí que sea urgente que el gobierno Distrital y los diferentes entes de control tomen medidas drásticas, antes de que ocurra una tragedia en las calles de la capital.
Claro, hoy por hoy, para el Alcalde Peñalosa es muy fácil decir que es culpa de su antecesor Gustavo Petro. Y si bien es cierto que en esa administración se hicieron prórrogas a la vida útil de la flota de TransMilenio (Fase 1), eso no exime al actual burgomaestre de buscar soluciones y garantizar la vida y seguridad en este sistema de transporte. ¡Son sus funciones!
Así mismo, es hora de que los nueve concesionarios que operan TransMilenio (Express del Futuro, Metrobus, Somos K, Transmasivo, Consorcio Express, Sí 99, Ciudad Móvil, Connexión Móvil y G Móvil) hagan algo. Eso incluye, no solo sacar un comunicado en el que dicen que van a reforzar sus procesos de control. ¡Se necesitan acciones ya! Finalmente, los usuarios del sistema se están dando cuenta a diario de las pésimas condiciones de los automotores, de la suciedad, de las llantas lisas, de los buses varados, etc.
Además, cabe recordar que dichos operadores de TransMilenio han recibido, desde 2010, $6.3 billones de pesos para la operación, mantenimiento y reparación de los buses. Obvio, dineros que salen del bolsillo de los Bogotanos.
TransMilenio tiene que ser mejor para todos, tal como reza el eslogan de la actual administración. Pero es evidente que si no se toman acciones a corto, mediano y largo plazo, el sistema va a colapsar.
Por lo pronto, Peñalosa anunció que al sistema ingresarán 1.500 buses articulados para finales de 2018 y comienzos de 2019. Buses que reemplazarán los actuales de la Fase 1 y 2. Por supuesto que hace falta un muy buen tiempo para que esto suceda. Por eso deben existir otras medidas de contingencia adicionales, que se puedan aplicar ahora.
Yo solo espero que Bogotá pueda contar con un sistema de transporte digno, seguro y eficiente. La capital no aguanta más y eso lo sabemos todos. También espero que la nueva flota anunciada por el Alcalde sea amigable con el medio ambiente. Porque no se puede olvidar que ya la Personería Distrital le hizo un llamado a TransMilenio y a la Secretaría de Ambiente, por la falta de rigor en el control de emisiones contaminantes de los buses articulados.
Mientras tanto yo me quedo haciendo la misma pregunta: ¿Será que este gobierno si va a poder resolver el problema de movilidad en Bogotá? Por ahora, parece que no.
Publicado: septiembre 22 de 2017